Revista Cultura y Ocio

Bogotá de traje largo...

Por Gabrielaamar
Bogotá de Traje largo...
Son muchos años viniendo a Bogotá y aunque ya no son los años más grises en los que llegaba por la Calle 13 y subía hasta el Edificio del Espectador a visitar a un viejo redactor, amigo de mi familia (donde ahora hay un restaurante subterráneo donde venden los mejores postres del mundo, los famosos "litchis de Madagascar"!), aún así, en medio de tantas obras y nuevos edificios que se proyectan y que verán desaparecer otro legendario Hotel, el Bacatá (así como se extinguió hace más de medio siglo el Regina), me pongo mi traje de gala para este 6 de agosto en el aniversario de mi ciudad adoptiva.
Sería raro estar en Bogotá y no ir con El Espectador debajo del brazo. Sería aún más extraño pasar por esta Bogotá y no sentarme en un café semi-autmomático de la carrera octava y no leer una crónica de esta ciudad trashumante y transvivida. Amanece pues un año más para Bogotá y quizá sea éste uno de mis últimos viajes a la ciudad de mis padres. Camino, deambulo por calles casi sin nombres, y recuerdo otros tiempos. Debería haber por lo menos una placa del Espectador en el Edificio de la Jimenez, así como una de la Buchholz y del Regina. Tantas imágenes de Bogotá que los jóvenes sólo pueden apreciar en fotos y en estos breves re-cuentos de viejos oxidados y aburridos como yo.
Bogotá cabe en una sola postal. Sería una postal en blanco y negro, donde sólo se vean sombras que caminan apresuradas, con sombrero y maletín de "viajante de comercio" (casi una imagen salida de una película de Marguerite Duras!). Una Bogotá completamente silenciosa. Una Bogotá de traje largo, perfumada con los jazmines importados de París por José Asunción Silva. En fin, una Bogotá contada por alguien como yo, en el año 1992, durante el famoso apagón, desde una oficina del Edificio Colpatria. Esa Bogotá que duerme en mis Memorias embolatadas en un cajón de mi chifonier.
Pedro Escudriñez
Bogotá

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