[COLUMNA PUBLICADA ORIGINALMENTE EL 2 DE DICIEMBRE EN PUBLIMETRO EDICIÓN BOGOTÁ]
A Bogotá le vienen retos en todos los campos, pero uno de ellos definitivamente es el de ‘digitalizarse’. El término, que podría interpretarse de muchas maneras, lo resumo en el desafío de disponer de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) al servicio de la construcción de ciudadanía.
En días pasados, aunque sin un orden específico, el Ranking Motorola de Ciudades Digitales –un estudio realizado por la firma independiente Convergencia Research– destacó las principales ciudades en Latinoamérica frente al tema de la digitalización. Para mi sorpresa, a Bogotá no le fue tan mal como imaginaba y quedó entre las tres primeras en el renglón de educación, junto a Sao Paulo y Medellín.
Si los más jóvenes, la generación en ciernes, hace una apropiación social del conocimiento y de las tecnologías que le faciliten esa relación, muy probablemente los ciudadanos de mañana serán lo que construyan de manera transparente esa relación Estado-Ciudadano.
Aunque pueda no creerse, la totalidad de las escuelas públicas de educación primaria y todas las bibliotecas tienen conectividad de banda ancha. En todas ellas, alumnos, docentes y directivos pueden utilizar Internet. Todas las escuelas tienen salas de computadores. No obstante, mi sospecha –y es donde el estudio no puede llegar–, es saber qué tanto pueden realmente estar disponibles las salas para todos. Pero no puedo negar que el inventario por lo menos es alentador. Sería terrible que a pesar de la sospecha, no hubiese la dotación suficiente de equipos.
Algunas de las escuelas y bibliotecas avanzan con la conectividad inalámbrica dentro del establecimiento. El estudio da cuenta de que el 27% de las instituciones ya tienen disponible esta tecnología (frente a un 40% en Medellín). Así mismo, se encuentran funcionando los sistemas de información sobre actividades y rendimiento académico escolar, debate y foros, campañas educativas, recursos pedagógicos, y mecanismos de matrículas e inscripciones.
Si usted entra al sitio web de la Secretaría de Educación existe información de colegios e instituciones, aplicativos administrativos como Bibliored para la consulta en línea del catálogo de bibliotecas. Otras aplicaciones como aula digital y virtual y trámites con certificado digital están en proceso de implementación.
Todo eso está muy bien. El desafío sin embargo es que realmente haya apropiación de las herramientas y que ellas sean concebidas solamente como instrumentos y no como un fin en sí. En otras palabras, tener una sala atiborrada de computadores en una escuela no significa que su uso sea el más adecuado y el mejor aprovechado.
Hace un par de años visité casi toda Colombia para diagnosticar cómo era la utilización de los programas del Estado, relacionados con la penetración de Internet. Para mi tristeza, pude constatar que algunos rectores y docentes constituyen feudos en las salas de cómputo; administran las llaves y su acceso como si fueran pequeños minifundios. De esta manera, el uso y acceso a las TIC se convierte en un tema aspiracional, un oscuro objeto de culto en lugar de una plataforma abierta para el aprendizaje y la construcción de conocimiento.
Así mismo, vale la pena preguntarse si la formación de los docentes avanza a la misma velocidad con la que los estudiantes lo hacen, pero a través de otras plataformas. Hace años cuando visité Nuquí, en el pacífico chocoano, pude constatar que el proceso de descargas de reguetón en los computadores del municipio se daba de forma transparente y sin ningún complejo técnico. El ciudadano iba mucho más rápido que muchos en otros municipios del país, aunque Nuquí esté en muchos aspectos a 70 años de atraso institucional con respecto al resto de Colombia.
Bogotá debe, como una de las ciudades más pobladas de América Latina, ponerse a tono en las tendencias de uso de banda ancha, trámites en línea para desburocratizar la relación con el Estado, acceso inalámbrico universal y contenidos pertinentes y oportunos.
Queremos que los computadores en una escuela o en una biblioteca realmente ‘abran puertas’, pero sin procesos de transferencia de conocimiento sirve solo para engordar las estadísticas oficiales del Distrito… O como una piedra para trancar la puerta del aula, pero más costoso.