¿Bogotá en obra negra?
Al visitante le esperan días no sólo pasados por agua, sino endiablados de lodo. Aun así, hay mucho por ver en Bogotá: exposiciones de fotografía ante todo.
Hacía muchos lustros que no venía a Bogotá. Aterrizar en la Avenida El Dorado me hizo sentir en el bogotazo. Poco a poco fui remontando hacia el oriente, y nunca vi una Bogotá tan gris: el invierno más la proliferación de obras civiles convirtió el paisaje de la ciudad en un rompecabezas al que le faltan muchas fichas. En la tarde, mientras contemplaba el atardecer en el último piso de la torre B de las Torres del Parque, me impactó ver los miles de carros que peregrinan ruidosamente sin pausa. Veía obras por todo lado y el espectro del 9 de abril volvía a mí. En esa época no había un Eldorado. Todo parecía haberse quedado en un punto muerto (en un jardín del Barrio La Teresita, donde apresuradamente escondieron el cadáver de Gaitán). Pensé en la película Confesión a Laura, suspiré y lancé los dados en mi cabeza...
En la mañana salí a tomar fotos y también a ver fotos. Las de Díaz en el Mambo, las de Man Ray en el Museo del Banco de la República, las de mujeres caribes en la Biblioteca Luís ángel Arango. Tomé algunas fotos efímeras que se perderán acaso sin remedio en mis viejos anaqueles de senectud. Y dando vueltas-en-el-aire, sólo, como un caimán en un champan del siglo XX, leí también a Héctor Rojas Erazo:
“El deseo es vegetal
pide caminos
aire
quiere temblar en fruto
suspenderse
pide un cuerpo abonable
pide un labio
pide comer y ser comido
quiere
entrabarse y gemir con ramas duras…”
Pedro Escudriñez
Bogotá