Revista Cine
Otro texto que rescato del olvido... sobre música...
Hace unos años se decía que fue Luis Miguel quien logró despertar el interés de las nuevas generaciones por el bolero. De algún modo fue así: ayudó a colocar en la radio, de nuevo, canciones que eran desconocidas para una parte importante de su público. Sin embargo, creo que este género más alla de los intérpretes “actuales” posee méritos suficientes para mantenerse en vigencia.
La buena música no tiene época, ni pertenece de forma inamovible a una generación determinada: puede ser apreciada en cualquier momento y por cualquier persona que este en la disposición de hacerlo.
El amor y el gusto por la música desobedecen los cánones sociales, quebrantan reglas, irrumpen en el orden establecido: así como para enamorarnos de alguien, en ocasiones, dejamos de tener en cuenta las diferencias de edad, no es un inconveniente, para disfrutar del bolero, el jazz u otros géneros musicales, haber nacido en una época muy distinta de aquella donde ese género tuvo su florecimiento y prosperidad.
Gardel “cada día canta mejor”, aunque han pasado más de 50 años desde su desaparición física. Quizás tenga que ver con que, para las generaciones posteriores, son indiscutibles sus aportes como cantante. La carrera de Gardel no se quedó anclada en su tiempo, su repercusión e importancia, podemos captarla mucho más ahora, cuando percibimos el poder de su leyenda aún viva para América Latina y el mundo.
Con el bolero y sus intérpretes sucede algo parecido, el transcurrir del tiempo ha logrado poner de manifiesto los aportes y méritos de cantantes, músicos y compositores que siguen procurandonos placer, aún después de muertos.Las nuevas generaciones lo notan, no son pocos los que viven bajo un orden musical pautado por la necesidad de “mirar atrás”, volviendo a la música que se supone nada tiene que ver con la de su generación.
Es verdad que la música es su época, es decir, es un producto inherente a la cultura del período en que se creó, y que por ende, sera mucho más fácil la vinculación con ella si eres parte de ese tiempo. Sin embargo, cuando hablamos de música, existe otra clase de disfrute, el que pasa por ir más allá de las coincidencias temporales.
A fin de cuentas, con la música, como con el amor, lo que importa es disfrutar. El placer va primero.