Revista En Femenino

Bolitas en la piscina no es lo mismo que piscina de bolitas

Por Siendomadres @SiendoMadres
Bolitas en la piscina no es lo mismo que piscina de bolitas

Piscinita limpia, ya en casa

Siento hablar siempre de cacas pero es que ayer mi hija se superó a sí misma.

Algunas tardes Lorena, una puericultora titulada, me ayuda con los niños y nos acompaña de 17h a 20h.  Cuando se trata de entretener a los niños, a Lorena le gusta complicarse la vida, y como a mí me sucede lo mismo, nos retroalimentamos hasta convertir los paseos en cruzadas.

Ayer decidimos ir a la playa.  Una llevaba la sillita doble con los niños, toallas, merienda, mudas y pañales y  la otra transportaba en sus propios lomos la moto de juguete, una piscinita a medio hinchar y rastrillos varios para la arena.

Ya en el paseo marítimo, mientras sudábamos la gota gorda, bajamos a mi hija de la sillita:

—¿Quieres ir en la moto, cielo? — le pregunto a Julia.

—¡NO! —su cara es de total indignación.

—¡Mira qué chulo, mira cómo va Mamá en ella! —me monto como Gulliver en la moto liliputiense y hago que disfruto —¿De verdad que no quieres?

—¡NO, a moto a Santi!

Le hacemos caso y subimos a Santi un poquito.   Él nos premia con unas carcajadas que nos motivan para acarrear el conglomerado de niños, juguetes y toallas hasta una zona con sombra y suelo de madera (mi hija no soporta la arena).

Empiezo a llenar la piscinita transportando agua desde las duchas con una botella de plástico.  Julia, que ya lleva el bikini, se mete.  Lorena espera junto a ella con Santi en brazos, que golpea el aire con uno de los rastrillos.

Cuando llego con la 5ª botella de agua, la cara de Lorena es un poema.  Veo a Julia en la piscina rodeada de bolitas de caca flotando a su alrededor.  El niño berrea para amenizar el ambiente.

Aunque la gente mira, vacío el contenido de la piscina y del bikini en la tierra de un árbol cercano y llevo a la niña toa cagá a las duchas.  Como que nos retroalimentamos para complicarnos la vida, decidimos volver a llenar la piscina y Julia hace lo propio y se vuelve a cagar en ella.

Por fin, al tercer intento, el agua permanece cristalina y podemos jugar con los niños un ratín.


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