El metrobus sí existe. Las palabras del consejero de Transportes de Madrid chocan con la realidad. Existe desde hace 13 años, aunque el político arengara ayer a sus seguidores, arrancando aplausos de júbilo, mientras se le henchía el torso con la brabuconada y sustituía la razón por un crescendo del tono.
Es una buena idea y se utiliza en la mayoría de ciudades para combinar diferentes medios de transporte. Lo utiliza quien viaja mucho. Es bueno viajar: es una forma de descubrir otras culturas, aprender. Nuestros políticos, que viajan en coches oficiales, no aprenden nada y meten la pata, lanzan a los micrófonos sus mentiras y medias verdades una y otra vez. A veces les pillan, otras no. También han pillado al ministro de Industria, Miguel Sebastián.
Para sus viajes en el universo de la dialéctica, debería existir también un bono-patético, que sirviera para, por ejemplo, diez viajes combinados de incongruencias, meteduras de paga, mentirijillas, tergiversaciones, medias verdades… Con eso conseguirían ahorrar energía y, al mismo tiempo, quizás el coste político unitario por cada tontería no sería tan elevado. Muchos de ellos, ahora, se cuelan en los medios sin pagar billete y sueltan gratis lo primero que se les ocurre. Los micrófonos deben tener algo de pornográfico. Con éstos hay que estar especialmente atentos y perseguirlos si se les pilla porque son los más peligrosos. La impunidad les avala. Para el resto, un bonopatético de diez viajes al absurdo.