Hoy, todas mis alarmas sobre privacidad en internet saltaron a un tiempo.
Estaba mirando mi muro en Facebook cuando me encontré con uno de esos anuncios que el gigante de las redes sociales nos encaqueta últimamente en mitad del muro: era publicidad de Booking.com (una página para buscar y reservar alojamiento) sobre habitaciones de hotel libre en Nazaré, un minúsculo pueblo perdido en la costa portuguesa. Y no habría mucho por lo que preocuparse si no fuese porque, precisamente la noche anterior, yo había estado consultando la oferta hotelera precisamente en Nazaré usando la web de Booking.com. ¿Cómo se ha enterado Facebook de que yo hice esa búsqueda? ¿Cómo se ha enterado Booking de mi usuario Facebook? Cuando hacía la búsqueda, yo no estaba “logueado” en Booking.com, y en cualquier caso mi nombre de usuario y correo electrónico para ambos sitios web son totalmente diferentes, y además no están enlazados de ningún modo y pertenecen a proveedores de correo independientes.
Obviamente esto no es una casualidad: hay una probabilidad entre un millón de que me llegue al Facebook un anuncio del mismo pueblo perdido que la noche anterior había estado mirando con Booking. Hasta donde yo sé, sólo hay una explicación: Booking y Facebook se intercambian las cookies y cruzan sus bases de datos, para saber quién es quién en cada momento y enterarse de información privada que no se les ha autorizado a ceder, con el objeto último, claro está, de vendernos algo.
Ya sé que vivimos en la era de privacidad cero, pero aun así se trata del intercambio de información privada ilegal más descarado y flagrante del que haya tenido noticia. Así que tened cuidado ahí fuera, internautas.
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