Revista Libros
Jorge Luis Borges.Poesía completa.Debolsillo. Barcelona, 2013.
Ser en la vana noche /el que cuenta las sílabas, dejó escrito en uno de los tankas de El oro de los tigres Jorge Luis Borges, cuya Poesía completa acaba de publicar en una asequible edición Debolsillo.
Mi destino es la lengua castellana, decía en uno de sus poemas. Un destino feliz para la lengua y la literatura en español el de esta poesía mayor en la que conviven el pensamiento y la revelación, los espejos y los tigres, los laberintos y las pesadillas, las mitologías escandinavas y la lluvia vespertina en el arrabal de Palermo.
Una poesía poblada por las sombras de la ceguera y las imágenes potentes, por el flujo narrativo del alejandrino o el estremecimiento contenido del soneto. Desde Fervor de Buenos Aires (1923), que contiene entre líneas el germen de su poesía posterior, hasta Los conjurados (1985), con que la culminó asombrosamente, El hacedor, Elogio de la sombra, La moneda de hierro o El oro de los tigres recogen sucesivamente “los diversos o monótonos Borges”- las palabras son del Prólogo que escribió para esta Poesía completa quien murió hace ahora veinticinco años.
Un largo paréntesis de silencio que duró más de treinta años separa sus tres primeros libros de El hacedor, que ya en los años sesenta suponía, más que la recuperación de su poesía, el hallazgo de una voz propia y de un tono personal con el que construye un universo poético irrepetible. Una voz poética que en El otro, el mismo siguió creciendo entre la sombra a la que dedicó su siguiente Elogio de la sombra.
Esos libros marcaron en los años sesenta un antes y un después en la poesía en español, no sólo en la trayectoria poética de Borges, que volvió a brillar en El oro de los tigres, en la plenitud de La rosa profunda y en la prodigiosa madurez de La moneda de hierro, Historia de la noche, La cifra y en esa cima absoluta que es Los conjurados, que muchos de los lectores de Borges celebran como su mejor libro.
Un Borges que, por cierto, no hablaba de sus libros, sino de los poemas que lo componían:
Tres suertes puede correr un libro de versos –escribe en el prólogo-: puede ser adjudicado al olvido, puede no dejar una sola línea pero sí una imagen total del hombre que lo hizo, puede legar a las antologías unos pocos poemas.
Si el tercero fuera mi caso, yo querría sobrevivir en el Poema conjetural, en el Poema de los dones, en Everness, en El Golem y en Límites”, uno de sus textos memorables:
De estas calles que ahondan el poniente,una habrá (no sé cuál) que he recorridoya por última vez, indiferentey sin adivinarlo, sometido
a quien prefija omnipotentes normasy una secreta y rígida medidaa las sombras, los sueños y las formasque destejen y tejen esta vida.
Si para todo hay término y hay tasay última vez y nunca más y olvido¿Quién nos dirá de quién, en esta casa,sin saberlo, nos hemos despedido?
Tras el cristal ya gris la noche cesay del alto de libros que una truncasombra dilata por la vaga mesa,alguno habrá que no leeremos nunca.
Hay en el Sur más de un portón gastadocon sus jarrones de mamposteríay tunas, que a mi paso está vedadocomo si fuera una litografía.
Para siempre cerraste alguna puertay hay un espejo que te aguarda en vano;la encrucijada te parece abiertay la vigila, cuadrifonte, Jano.
Hay, entre todas tus memorias, unaque se ha perdido irreparablemente;no te verán bajar a aquella fuenteni el blanco sol ni la amarilla luna.
No volverá tu voz a lo que el persadijo en su lengua de aves y de rosas,cuando al ocaso, ante la luz dispersa,quieras decir inolvidables cosas.
¿Y el incesante Ródano y el lago,todo ese ayer sobre el cual hoy me inclino?Tan perdido estará como Cartagoque con fuego y con sal borró el latino.
Creo en el alba oír un atareadorumor de multitudes que se alejan;son lo que me ha querido y olvidado;espacio y tiempo y Borges ya me dejan.
Santos Domínguez