Dentro de los muchos enfoques que puede tener una marca personal, no hay duda que la coherencia y la diferencia marcan el valor.
De la coherencia hemos hablado ya en anteriores post acerca de Bruce Springsteen, Mick Jagger o John Lennon. Pero de la diferencia, estrategia clave de una marca personal, aún no.
Si hay un personaje, intérprete o compositor de los últimos 40 años del rock, que ha sabido trazarse con éxito y elegancia ese valor diferencial es sin duda el llamado Camaleón: David Bowie.
Con unos primeros años con diversas influencias y sin un estilo definido, navegando entre el soul, la psicodelia, el music hall y el rock, y también en la factoría Wharhol con la Velvet Underground. Su estilo personal y su eclecticismo ya tenía en cierto modo su propio caldo de cultivo.En el 1972 Bowie desarrolla su primera gran transformación al producir la ópera rock The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars, donde encarta a Ziggy, una estrella bisexual del rock procedente de otro planeta. Con un estilo entre el folk psicodélico y una estética glam consiguió una gran repercusión artística y una marca respetada.
Tras algunas criticas a su siguiente álbum Aladdin Shane del 74, donde mantenía su misma personalidad ambigua, quizás potenciada por un aspecto físico enfermizo, fruto del consumo de cocaína. Bowie decidió adoptar entonces una imagen más sobria y actual, introduciendo la música disco y el soul. Así, con la ayuda de Andy Warhol lanzó su álbum Young Americans (1975), con el estilo denominado plastic soul que consiguió un nº1 en USA.
En una entrevista de 1976 para Playboy, Bowie sorprendió con estas declaraciones: «Es cierto, soy bisexual, pero no puedo negar que he utilizado este hecho muy bien. Supongo que es lo mejor que me ha pasado». Más tarde en 1983 en la revista Rolling Stone, Bowie se lamentó de aquella declaración «el mayor error que he cometido». En este aspecto Bowie hizo de su sexualidad un factor diferenciador, misterioso y ciertamente provocador, situándose en una posición casi sin igual en el mundo del rock, si acaso en línea con la ambigüedad de Marc Bolan (TRex).Tras estos discos Bowie continuó sus nuevas aventuras musicales con sonidos electrónicos, sintetizadores y la manipulación de su propia voz. Este cambio acompañó en lo estético, con un Bowie menos glam y más frío y elegante, por lo que se ganó el sobrenombre de El Duque Blanco.
Tras estos discos volvió a finales de los 70 hacia un rock más fresco y comercial. En los 80 Bowie vivió su etapa más comercial, colaborando con otros artistas, como Iggy Pop, Queen (gran tema Under Pressure), Tina Turner y Mick Jagger.
A principios de los 90 colaboró en su proyecto personal con Tin Machine, y más tarde se casó con la modelo somalí Iman.
En 1995 publica Outline donde Bowie vuelve a adoptar una nueva identidad, la de un detective en una ciudad del futuro y volvió a situarse en la vanguardia del sonido del rock.
Y así, hasta hoy. Bowie ha sabido fraguarse desde la vanguardia estética y musical de cada momento una trayectoria de profesional serio, culto, arriesgado y exitoso.
Además Bowie ha protagonizado, en cameos o con papeles más o menos destacados, más de 20 películas, destacando El hombre que vino de las estrellas (1976), Merry Christmas, Mr. Lawrence y The Hunger (El ansia) (1983) y El Laberinto o Absolute Beginners (1986).
Un personaje sin igual.
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