(Foto: Ned Dishman/NBAE via Getty Images)
El pasado 14 de noviembre, Brandon Jennings se daba a conocer en todo el mundo después de anotar 55 puntos ante los Golden State Warriors, la máxima anotación de la presente temporada (cientos de partidos después) y un registro inalcanzado por un novato desde hacía más de cuatro décadas. Antes de ese día, poco sabíamos de Jennings. Apenas que había sobresalido a nivel escolar en la prestigiosa Oak Hill Academy para después decidir "saltarse" el paso por la universidad y probar suerte -además de ganar algún dinero- en el pallacanestro italiano. También conocíamos su peculiar carácter, siempre en el dudoso límite que separa la confianza en sí mismo y la soberbia. Se autoproclamó mejor base del pasado Draft, confesó en una entrevista que creía privada pero que luego resultó ser pública que se iba a "comer" a sus futuros compañeros Ramon Sessions y Luke Ridnour, y no dudó en calificar de sobrevalorado a Ricky Rubio, un jugador con el que se le comparó este verano por sus similitudes en cuanto a juventud y descaro.
Su discreto paso por la Lottomatica de Roma, y una manera de ser que hacía pensar que no terminaba de tener la cabeza bien amueblada, hicieron pensar a muchos que Brandon no tendría demasiado éxito en su primera temporada en la NBA. Pero todo cambió después de ese 14 noviembre, la noche en la que Jennings cerró la boca a más de uno. Y lo hizo porque demostró que esa exhibición anotadora no había sido flor de un día, ya que en los siguientes partidos continuó anotando con una facilidad espectacular. Su descaro y su electricidad recordaron en muchos momentos a un joven Allen Iverson, y el hecho de que además contribuyera a la buena racha de los Bucks (empezaron la temporada 8-3) hacía pensar que el premio de Rookie del Año iba a ser para Jennings un camino de rosas. Pero algún tiempo después las cosas empezaron a torcerse...
En primer lugar, en los meses siguientes Jennings se encontró con más competencia de sus compañeros de generación. La clase del 2009 tardó algunas semanas en explotar, tanto es así que llegó a ser considerada como una de las peores de los últimos años. Con el número 1 del Draft Blake Griffin lesionado para toda la temporada, y con otros top ten relegados al fondo del banquillo (Hasheem Thabeet y Jordan Hill), sólo Jennings ofrecía algo de esperanza en esta última camada. Pero después llegó la irrupción de Tyreke Evans -ahora máximo candidato a ROY- en los Kings, y algo más tarde la de otros como Darren Collison y Marcus Thornton en los Hornets, James Harden en los Thunder o Stephen Curry en los Warriors. Todos ellos han acabado eclipsando en mayor o menor medida a Brandon.
Pero el declive de Jennings no se debe explicar sólo por la competencia externa, sino sobretodo hay que buscarlo en él mismo. Por alguna razón, su rendimiento en la cancha ha ido de más a menos en lo que llevamos de temporada. Podrían proponerse varios factores, pero la mejor manera de resumirlos todos es lo que se conoce en la NBA como el rookie wall. Es esa ley no escrita que dice que la inmensa mayoría de novatos de la liga llegan a un momento de la temporada (el famoso muro) en el que empiezan a bajar sus números de forma significativa, y tardan bastante tiempo en volver a encontrar su mejor tono. Hay condicionantes que explican el secreto de este "muro", como por el ejemplo el durísimo calendario (mucho más exigente que el de la NCAA o Europa), los continuos viajes, la mayor presión mediática o el simple hecho de que los rivales empiezan a conocerte y a ajustar su defensa para frenarte.
La suma de estos factores ha dado como producto que la aportación de Brandon Jennings haya disminuido de forma alarmante conforme ha ido progresando la temporada. Aquí lo podemos ver:
En este caso, los números no engañan. Los puntos de Jennings han caído en barrena, y especialmente sus porcentajes en tiros de campo y triples. Se da además la circunstancia de que el bajón de Jennings coincidió con el bajón de su equipo -aproximadamente a mediados de diciembre-, que abandonó los puestos de Playoffs y que vio como Michael Redd decía otra vez adiós a la temporada prematuramente por culpa de su rodilla. Pero ahora mismo los Bucks están el momento más dulce del curso, ganando 15 de los últimos 20 partidos (y 9 de los últimos 10) y escalando hasta la quinta posición de la Conferencia Este. Sin embargo, este resurgimiento del equipo no ha venido asociado al de Jennings, ya que los responsables del buen momento de los de Wisconsin son más bien Andrew Bogut y un recién llegado como John Salmons.
Tan evidente es el bajón deportivo del base que incluso ha llegado a afectarle psicológicamente. Después del partido del día 3 de marzo contra Washington (en el que los Bucks ganaron fácil 100-87), Jennings declaró: "no sé siquiera si quiero lanzar a canasta". Esto lo decía después de tres partidos en los que había promediado 6.3 puntos con un 25% (7 de 28) en tiros de campo. Lo peor que le puede pasar a un jugador es perder la confianza en sí mismo, y ante esta situación se puede reaccionar de dos maneras. O bien te hundes y dejas que la situación te sobrepase, o bien intentas reaccionar a base de esfuerzo y mentalidad.
(Foto: Isaac Baldizon/NBAE via Getty Images)
En esta segunda opción está trabajando su entrenador. Scott Skiles siempre ha sido un técnico que ha dado oportunidades a los jóvenes, y no dudó un solo momento en colocar a este chaval de 20 años sin apenas experiencia a nivel profesional como el base titular de su equipo. Hasta hoy las cosas habían salido rodadas, pero es ahora cuando el entrenador tiene la misión de mentalizar a su pupilo. Después de que conociera las palabras de Jennings, Skiles declaró: "No necesitamos este tipo de declaraciones. Él es demasiado importante para el equipo y la franquicia como para tener cualquier tipo de mentalidad derrotista ahora mismo. Y no la tiene, realmente". Otro que ha salido en su defensa es su compañero Andrew Bogut. Según el pívot australiano "Los medios y los fans dicen que no está jugando tan bien como al principio de la temporada. Yo difiero; ahora estamos ganando. Es el base titular de un equipo ganador, así que creo que está haciendo un gran trabajo para nosotros". Así pues, se comprueba que su entrenador y sus compañeros de vestuario tienen una confianza ciega en Jennings, y no dudan en motivarlo otorgádole una importancia capital en el futuro de la franquicia.
Sea como fuere, las palabras de Skiles parecen haber calado en Brandon. En el último partido jugado por Milwaukee, los Bucks se impusieron al mejor equipo de la NBA, los Cleveland Cavaliers -sin LeBron James, eso sí- por 92-85. En ese encuentro, Jennings lanzó a canasta 14 veces y anotó 6 de ellas, incluyendo una buena serie de 5 de 7 en triples. Acabó el choque con 25 puntos (su mejor marca desde el 18 de enero) y 6 asistencias, aunque lo mejor fue que por momentos se vio que había recuperado la confianza que creía perdida. Veremos si este partido representa la caída del particular muro de Brandon Jennings y marca el comienzo de una nueva tendencia positiva para él, ya que la manera en la que salga de su particular calvario afectará seguramente al resto de su carrera. Estaremos atentos para comprobarlo.