Crawl Space, a falta de dos capítulos para el final de la cuarta temporada de Breaking Bad nos deja a un Bryan Cranston, en su papel de Walter White, en estado de gracia.
Heissenberg, ese apodo que le sirvió para ganarse un lugar entre los malos ha desaparecido; la lealtad de Jesse hacía él, aunque todavía no ha muerto, esta en coma, y todo a su alrededor se esta desvaneciendo.
Aunque en ocasiones parezca que el guión de Breaking Bad da excesivas vueltas por el mismo recorrido es prácticamente imposible encontrar una serie o película que se acerque a las dosis de tensión, ansiedad e inquietud que deja en el cuerpo el drama de Vince Gilligan.
El registro dramático de Bryan Cranston y Aaron Paul en esta serie nos ha permitido conocer, a quienes no los conocíamos, a unos actores con mayúsculas que llevan todo el peso de la historia ayudados por unos buenos secundarios y unos giros de guión de alto voltaje que tienen su máxima expresión en este Crawl Space.
Walter White era ese acartonado profesor de química con una vida plana y aburrida cuya mayor suerte en la vida era haber conocido a su mujer. Poco después conocimos a Heissenberg, será el personaje en el que se convierta cuando tras serle detectado un cáncer su único objetivo sea recaudar dinero para su familia antes de morir: inteligente, medido, y sabiendo por lo que lucha.
Crawl Space nos muestra una nueva faceta de este personaje en un final de episodio magistral. Obviamente no es Walter White, ya nunca volverá a serlo; no es Heissenberg, él no tenía miedo de nada ni de nadie. Esta nueva faceta (perfilada ya desde hace tiempo pero que aquí llega a su cumbre) nos deja a un ser desnudo, aterrado, y al borde de la locura.
Cuando la risa se convierte en terror…Crawl Space.
PD: ¿Qué hubiera pasado si en la pasada edición de los premios Emmy el calendario hubiera permitido incluir a Bryan Cranston entre los nominados a mejor actor de serie dramática?.