«Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo». Pero en realidad, en sus inicios, sus límites estaban marcados por las tierras de labor del medio oeste americano, y no parecía muy probable que un joven nacido en Fort Wayne, Indiana, en 1941, se convirtiera en uno de los cinco artistas vivos más cotizados del momento.
Es curioso también que empezara interesándose por las matemáticas y la física cuando ingreso, en 1960, en la Universidad de Wisconsin, para después cambiar absolutamente de rumbo y dedicarse al arte y la filosofía en la Universidad de California. Pero así fue y fueron años llenos de nuevas experiencias y descubrimientos como el del escritor Samuel Becket o el del filósofo austriaco Ludwig Wittgenstein, quienes le influyeron fuertemente sobre todo en lo referente a la importancia del lenguaje, los ritmos del discurso y el poder visual del texto, que él incluiría años más tarde en sus neones. Fueron años de gran actividad ya que Nauman no paraba de experimentar en diversas artes: colaboró en películas, realizó pequeñas representaciones, publicó incluso un libro, y todo ello antes de acabar su doctorado en 1966, el mismo año en el que realizó una exposición unipersonal (one-man exhibition) en la Nicholas Wilder Gallery de los Ángeles, con esculturas de fibra de vidrio. Después, se trasladó a vivir a San Francisco, donde montó su estudio: «Si era un artista y estaba en mi estudio, cualquier cosa que hiciera en ese estudio debía ser arte. En este punto, el arte se convierte más en un actividad y menos en un producto», afirma Nauman.
Este tipo de reflexiones nos dan una idea del carácter de Nauman frente al arte y del por qué de sus obras de esa época: reproducción de las partes posteriores de los objetos, moldeado de algunas partes de su propio cuerpo, trabajos relacionados con lo oculto y lo inaccesible. En 1968 llevó a cabo su primera exposición individual en la mítica galería Leo Castelli de Nueva York, en la cual destacó especialmente la escultura hecha en cera De la mano a la boca, además de sus características esculturas de neón como, por ejemplo, Mi apellido exagerado catorce veces en posición vertical, donde las referencias personales marcan el principio de una de sus creaciones más características (luego, el propio artista contaría cómo se inspiró en los anuncios de cerveza de los bares de su barrio). Después de esta exposición, se fue con su obra a Alemania, al ser invitado a la Documenta IV de Kassel.
Ese mismo año, empujado por sus inquietudes en otras facetas del arte, entró en contacto con la coreógrafa Meridth Monk y el compositor Steve Reich, junto a los que trabajo en varias ocasiones realizando diferentes representaciones, como Walking in an Exaggerated Manner Around the Perimeter of a Square (Caminado de forma exagerada alrededor del perímetro de un cuadrado), uno de sus primeros trabajos en video.
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Después vendrían las colaboraciones con otros artistas, como Eva Hesse, Richard Serra y Joël Shapiro, con los que realizó varias exposiciones en Nueva York, como Anti-Illusion: Procedures/Materials, organizada en el Whitney Museum of American Art de Nueva York donde presenta su Performance Corridor, su primera instalación «de pasillo». En las obras que Bruce Nauman creó en estos años, el artista utilizó una gran variedad de materiales e, incluso, su propio cuerpo, no solo con tatuajes y pinturas, sino también con posturas y movimientos, siendo una herramienta más de su creación. Es el llamado body art dentro del cual realiza Posturas pared-suelo, donde movía su cuerpo de forma que creara un ángulo entre el suelo y la pared, representación que realizó en 1968 para la Universidad de California y donde trabaja únicamente con su cuerpo, sin ningún otro objeto material, creando su propio lenguaje, como ocurre con su serie Art Make-up.
Pero no todo eran aplausos y reconocimientos; también tuvo que lidiar con malas críticas como la del periodista Milton Kramer en un artículo para el New York Times, publicado en 1973: «… penosamente salta a la vista que aquí hay muy poco; unas cuantas esculturas sin interés escultórico, unas cuantas fotografías sin interés fotográfico, unas pocas pantallas de vídeo mostrando imágenes que de algún modo se las arreglan para ser al tiempo aburridas y repugnantes». Era evidente que se trataba de la nota discordante porque, con tan solo treinta años, ya se realizó una retrospectiva de su carrera, organizada por Los Ángeles County Museum, con nada menos que 117 piezas, además de ser considerado por la mayoría de los críticos como el iniciador del postmodernismo en el arte. Él siguió creando y, a lo largo de estos años setenta, experimentó también con la fibra de vidrio produciendo importantísimas obras como Wax Impressions of the Knees of Five Famous Artists y Hand circle o hurt wall.
En 1979 se traslada a Nuevo México y establece allí su estudio y, durante los años siguientes, comienza a exponer sus obras por museos de todo el mundo: el Rijksmuseum Kröllermuller de Otterlo en los Países Bajos, Basilea, diferentes museos de Alemania y en la Whitechapel de Londres. Una de sus obras más significativa de estos años fue el Triángulo Sudamericano, como crítica a los regímenes totalitaristas de la zona, igual que había hecho con otras obras de clara referencia política, contra el Apartheid o la pena de muerte. A finales de los ochenta, introduce el neón definitivamente como elemento base de sus obras, lo que le permite también jugar con el lenguaje, creando contradicciones, por ejemplo, entre la palabra y la imagen, y todo impregnado de un toque sexual: Malice, sex y Death/Double 69 son una muestra de ello.
Su segunda gran retrospectiva se produjo en 1995 y corrió a cargo del Walker Art Center de Minneapolis en colaboración con el Hirshhorn Museum and Sculpture Garden de Washington, con la idea de recorrer después varios museos del mundo. El primero de ellos fue el Centro de Arte Reina Sofía que contó con sesenta y tres proyectos, entre los que destacaban Sal de mi mente, sal de esta habitación (1968) o Tortura de payaso (1987). Después, continuarían viaje por otros museos como los de Minneápolis, Los Ángeles, Washington y Nueva York.
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Las exposiciones se van sucediendo a lo largo de los años por diferentes países de todo el mundo. En unas, predominarán las instalaciones audiovisuales; en otras las esculturas; en otras, los dibujos. En cualquier medio, Nauman buscará la participación del público; sus obras no tienen sentido si no impactan, si no conmocionan al espectador. Son sus reacciones las que completan su trabajo. De ahí, los temas que encontramos en muchas de sus creaciones: el masoquismo, el sufrimiento, la manipulación a través del sexo, etc.
Esto parece lograrlo especialmente con sus creaciones en vídeo. En una de las exposiciones realizadas en Alemania, en 1998, en la ciudad de Volkswagen, el artista presentó una secuen-cia de vídeos cuya combinación de imágenes y, especialmente, de sonidos creaban todo un relato desesperado y extremo. La sucesión caótica de escenas y ruidos era tal que creaba en el espectador una sensación de aturdimiento, de pérdida, que, incluso, termino afectando sobre todo a los guardias de seguridad que pasaban largas horas dentro de las salas de proyección. Otra de sus grandes exposiciones fue la que realizó para la sala de turbinas de la Tate Modern de Londres en 2004, en la que el sonido era el gran protagonista, y donde destacaba especialmente la voz humana a través de los veintiún altavoces que recorrían la exposición. Y es que para Nauman, no solo el texto o la luz son elementos protagonistas de su lenguaje; el sonido, y más concretamente el ruido, le ayudan a crear ese cúmulo de sensaciones que trataba de transmitir a los visitantes. Asistir a una de sus exposiciones puede ser todo un reto.
Otras grandes exposiciones suyas han ido recorriendo diferentes países, como es el caso de la celebrada en Düsseldorf en 2006, centrada en sus obras relacionadas con el bodyart como Mental exercices o Performance corridor. Más tarde le llegaría el turno a Turín, en 2007, centrada más en la primera etapa del artista sobre la que se asentaron las bases de su obra posterior y donde destacó su creación Piezas de espacio, a través de las cuales reflexiona sobre la percepción de las cosas.
Otra de estas grandes exposiciones fue la Bienal de Venecia 2009 en la que participó como representante norteamericano y en donde recibió el prestigioso León de Oro, que venía a unirse a otros reconocimientos como el de Doctor Honorario en Bellas Artes, por el San Francisco Art Institute y por el Instituto de Artes de California. Entre sus últimas exposiciones está la celebrada en Nueva York, en 2012, en la prestigiosa galería Larry Gagosian donde volvió a provocar todo tipo de emociones con obras como One Hundred Fish Fountain, y más recientemente la que presentó el CAC de Málaga (de septiembre de 2013 a enero de 2014), sobre su trabajo en vídeo Incident – Man – Woman Segment (1986), que había sido especialmente impactante en su momento al escenificar los problemas entre hombres y mujeres mediante secuencias violentas.
Un artista lleno de multitud de influencias diferentes, que van desde Duchamp, Ludwig Wittgenstein o Samuel Becket a Jasper Johns o Andy Warhol, no podía por menos que buscar infinitas formas de experimentar con el arte y de investigar como una parte más del sistema creativo. Como apunta Benezra, «Nauman integra con éxito nuestra conciencia con nuestras sensaciones. En sus obras, hacemos aquello que vemos».
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- Bruce Nauman. Biografía, obras y exposiciones - - Página principal: Alejandra de Argos -