La incombustible veracidad del rock
Lugar: Estadio El Molinón. Gijón
Fecha: 26 de junio de 2013
Asistencia: 30.000 personas
Precio: 73,00 euros
Artistas Invitados: -
Músicos: Bruce Frederick Joseph Springsteen Zirilli (voz, guitarras y armónica), Garry Tallent (bajista), Max Weimberg (baterista), Roy Bittan (piano y sintetizador), Steve van Zandt (guitarras, mandolina y coros), Nils Lofgren (guitarras y coros), Soozie Tyrell (violín y coros), Charles Giordano (teclados y órgano), Jake Clemons (saxo)...
Setlist:Repertorio: My love will not let you down, Out in the street, Better days, Ain’t good enough for you, Travelin’ Band, Wrecking ball, Death to my hometown, Jack of all trades, The River, Atlantic city, You can look (but you better not touch), Darlington County, Because the night, She’s the one, Rosalita (come out tonight), Shackled and Drawn, Waitin’ on a sunny day, Drive all night, The rising, Badlands, Light of day, Radio nowhere, Born in the USA, Born to Run, Seven nights to rock, Dancing in the dark, Tenth Avenue Freeze-Out, Twist and shout, Shout, Thunder Road (acústico)
26 DE JUNIO
04:05 Este es un momento tan bueno como otro cualquiera para empezar este diario de viaje. Conviene poner voz de agobio y encierro, en plan ‘Buried’, pues es noche cerrada en un motel de carretera de Benavente (Zamora) y el insomnio salvaje se ha apoderado brutalmente de mi, de manera que pasan las horas y empiezo a plantearme la posibilidad de coger el coche y largarme rumbo a Gijón. La sensación es una mezcla de tensión e ilusión, como si a pesar de tener 34 años hubieras descubierto súbitamente que los Reyes Magos, después de todo, sí existen. O como si tuvieras cinco años y estuvieras esperándoles para… aniquilarles.
10:44 Esta mañana no me ha costado nada levantarme. Un segundo antes de que el despertador comenzara a vibrar y atronar molestamente, yo ya tenía en mente cumplir con rigurosidad de Nueva Jersey (ni idea de lo que esto pueda signiricar) el plan trazado, esto es: devorar los último 200 kilómetros cuanto antes, en esta ocasión durante un rato como pasajero para poder trastear con el ordenador, para arrojarnos a los fornidos brazos de #BruceGijon cuanto antes, con las pulsaciones a mil y siempre tocando ligeramente el freno para no vaciar el depósito de energía en demasía a las primeras de cambio. A estas alturas ya tenemos claro que somos tan generosos en el derroche físico, económico y social como Bruce en sus conciertos, de manera que nunca está de más actuar como adultos y mantener un tran tran razonable durante toda la jornada. Pero bueno, no son ni las 11:00, de manera que a ver qué pasa cuando besemos el suelo por el que Bruce pisa.
12:33 El paso por el hotel se salda en apenas 8 minutos y otros 4 después ya corre la sidra y abrasan el chorizo y la morcilla en la playa de San Lorenzo, con un paseo marítimo literalmente tomado al asalto por camisetas de Bruce Springteen & The E Street Band, la única moneda de curso legal aceptada este miércoles 26 de junio en Gijón. Miradas cómplices, susurros sobre las camisetas de los demás, teléfonos echando humo, impaciencia, ilusión y ganas, muchas ganas, infinitas ganas que se traducen en un necesario dolor de estómago. Son impagables esas horas antes de que llegue un momento grande, y la energía que se genera y se comparte, aunque incuantificable numéricamente, sin duda podría iluminar durante un lustro toda Cimadevilla.
14:58 Inicialmente el plan era comer opíparamente, beber en plan vikingada festiva e incluso reposar con una profunda charla sobre Nueva Jersey y sus gentes, vease toda la familia Springsteen, los Bongiovi, los Gandolfini, los Soprano y toda esa fascinante tropa, pero las ansias de rocanrol dieron con nuestros huesos en la cola del estadio antes de las tres de la tarde. A partir de ahí toda la discusión se centró en si seríamos capaces o no de entrar en el dichoso pit (la valla delantera con pulserita privilegiada de fucker). Así durante tres largas horas en las que si acaso se pasea para constatar una vez más que el merchandising de Bruce es cuanto menos lamentable, con unos diseños no especialmente 'cool'. Y nos hace gracia imaginar cómo son esas reuniones en las que se deciden estas cosas y en las que él debe aburrirse de una manera taaaaaan profunda, que al final pasa lo que pasa: camisetas feas a 35 euros y sálvese quien pueda.
17:55 "Joder, joder, joder, que aquí hay mucha gente, que debemos estar como los 3.000 nada menos, que lo mismo no entramos", reflexiona en voz alta un mercader con poca fe. "Os lo voy a decir desde ya: estamos dentro y punto", asegura quien escribe.
18:33 "Sí! Yeah! Oh yeah! Olé olé, y con la barra al lado y el baño aquí encima, esto es maravilloso", gritan varios miles de personas mientras toman posiciones en la zona delantera de la pista, se ponen las pulseritas, se arrojan a las barras, se hacen todo tipo de fotografías y se lamentan de que internet ya no funciona correctamente, de manera que no pueden compartir su dicha en tiempo real con los mediocres perdedores que no están allí. Porque este lugar concreto, con estas coordenadas, en esta latitud, en este punto del Google Earth, es ahora mismo la representación concreta de la felicidad tontina de risa floja y la exaltación del compañerismo. Calentemos motores tumbados en el suelo mientras bebemos cerveza y comemos bocatas de salami a 4,50 euros, nada menos. Lo que os decía, la bendita felicidad.
21:05 Con cinco minutos de retraso sobre el horario previsto, arranca el espectáculo con la madre de Springsteen, Adele, caminando por la grada acompañada de un maromo de seguridad. Cuando el personal comienza a darse cuenta se genera una ovación cerrada de reconocimiento hacia la mujer que llevó en su bendito seno a Bruce. Eso para un fanático es prácticamente como ver a la virgen, de manera que para dejar constancia de su sano estado mental, todo cristo se acerca a la señora para hacer fotos y más fotos, mientras ella sonríe y reparte gestos agradecidos. No sé, yo la veo y lo que siento es que espero que alguna vez mi madre se pueda sentir tan orgullosa de mi como esta señora del suyo vástago. Esas son las cosas que se me pasan por la cabeza mientras me encaramo a una valla levemente enajenado cámara en mano. Esa es la lucha.
21:31 Y nada, se enciende la gramola, salen los músicos, sale Bruce y el estruendo es tan terrorífico que se me descoloca medio cuerpo por dentro, muy por dentro, y es una alegría tan extraña que se manifiesta físicamente con ganas de llorar. A veces me pasa, no sé, supongo que son momentos en los que sientes que estás tan vivo, sientes que todo es tan de verdad, que no resulta sencillo asimilarlo. Es un instante, mientras lo asimilas, mientras te metes en la historia y, ya a partir de ahí, todo fluye con una asombrosa naturalidad durante 213 minutos y una treintena de canciones (el repertorio está escribo al principio de esta crónica).
23:24 Y pienso entonces, metido absolutamente en harina, que hablar de la solvencia de la E Street Band es como vomitar sobre la cama de Bukowsky: absolutamente reduntante, innecesario, pero inevitable. Porque vaya banda, porque cómo pega Max (algo más delgado de lo habitual?), como rasgan Nils y Steve, cómo marca el ritmo Garry, cómo cómo cómo... cómo suena My love will not let you down, cómo mola corear 'Out in the street', cómo mola bailar con 'Ain't good enough for you', menearse con la incendiaria 'Travellin' Band' de la Creedence, y alzar los brazos con la épica de 'Wrecking Ball' y ese mantra que de alguna manera me ha salvado la vida durante los últimos meses: los malos momentos vienen y se van, los malos momentos vienen y se van, los malos momentos vienen y se van. Han sonado también 'The River', 'Darlington County', 'Because the Night', el torbellino de 'You can look', la siempre encantadora 'Waitin on a sunny day' con el habitual ofrecimiento de los niños en sacrificio al líder de la secta, 'Drive all night' y 'Light of Day'. Han pasado dos horas pero lo mejor de todo es saber que todavía queda como poco otra más y, a partir de ahí, todo lo que venga será regalado.
01:01 Los bises han sido aplastantes como siempre, con 'Radio nowhere', 'Born in Carabaaaaanchel', 'Born to Run', 'Seven nights to rock' y 'Tenth Avenue Freeze-Out'. El tramo final ya es un disloque de tobillo constante con una exaltación de rock clásico de la mano de 'Twist and south', 'La Bamba' y ese burbujeante clásico que es el 'South' de los Isley Brothers. Parece que no hay más y duele saber que así es, pero tiene tiempo Bruce aún de, tras despedir a sus compinches y felicitarles por el trabajo bien hecho, girarse y, guitarra acústica en mano, marcarse un 'Thunder Road' con todo el estadio en pie y las luces encendiddas. Su voz atrona literalmente y se crea un ambiente tan de respeto y trascendencia que el propio Bruce pide al respetable que le ayude con los coros finales, en un último acto de comunión al que solo le faltó la hostia consagrada para convertirse en sacramento reconocido oficialmente por la Conferencia Episcopal.
04:27 A esa hora concretamente termino de escribir la crónica para Rolling Stone que puedes leer clickando estas líneas que estás leyendo, tras un largo aterrizaje de vuelta a la vida real. ¿Acaso no fue real lo que sucedió dentro de El Molinón durante tres horas y media? En absoluto, más bien todo lo contrario: eso es exactamente la vida misma, y lo de fuera, pues no sé, es tratar de matar el tiempo de la manera más noble posible. Pero yo ahora sé que cada vez que lo necesite, podré regresar a la noche del 26 de junio de 2013 y sentirme a salvo, protegido, confiado, ilusionado. Podré regresar y sentirme vivo, en definitiva. Y eso será parasiempre.
13:52 Después de dormir unas horas, de soñar con Bruce (no es coña), de pegarme una ducha, recoger el coche y avanzar unos kilómetros, ahora debemos andar en algún punto cercano a León, de vuelta a Madrid para asistir esta noche al concierto de Bon Jovi en el Estadio Vicente Calderón. Con la A6 convertida en la autopista Turnpike esa que cruza Nueva Jersey, afrontamos nuestro destino con decisión sabedores de que la velada no será igual, pero reconciliados con el mundo y preparados para lo que esté por llegar. Total, de 'Because the Night' a 'Keep the Faith' no hay tanto trecho, después de todo. Si acaso 460 kilómetros, pero poco más.
PARA TERMINAR, IBA A ELEGIR UNAS FOTOS, PERO HE PENSADO QUE LAS PUBLICO TODAS, VA (IMPRESIONANTE LA DEFINICIÓN DE LAS PANTALLAS, POR CIERTO):