Bryan Ferry no tiene un pelo de tonto, y sabe que lo mejor que puede hacer a sus 65 años, es volver a la epoca de Roxy Music y a la de sus mejores discos en solitario, los de los primeros ochenta. Eso es lo que ha hecho en este Olympia, en el que ha recuperado hasta la tradición de poner una modelo en la portada.
Como ya decíamos antes, no tiene un pelo de tonto, y para este disco se ha contado con la colaboración de Nile Rogers, David Gilmour, Groove Armada, Scissor Sisters, Marcus Miller y Flea y ha conseguido lo imposible, nada más y nada menos que meter en un estudio de grabación, por primera vez en 27 años, a la formación original de Roxy Music, ya que Phil Manzanera, Andy Mackay y Brian Eno también colaboran en el álbum.
A mi me ha sorprendido bastante, ya que la verdad es que a estas alturas, esperaba muy poco de este disco y de este hombre. Es un disco curioso, porque suena bastante familiar y reconocible, pero no suena a pastiche de sus mejores obras. Vamos, que este señor ha logrado su propósito y nos ha dejado un disco con temas propios más que decentes (You Can Dance, Heartache By Numbers o Shameless), y un par de versiones bastante buenas; El Song To The Siren de Tim Buckley y el No Face, No Name, No Number de Traffic.