Hoy en día, la fuente principal de referencia para cualquier tema que se desee aprender es claramente internet. Desde cómo agujerear una maceta, hasta cursos completos de programación en Python, para todo siempre hay algún tutorial por ahí que pueda satisfacer nuestra curiosidad.
Los temas relacionados con lo fotografía no son la excepción. Ya sea para profundizar en técnicas de iluminación para retrato, o cómo elegir tu primer cámara analógica, todo se puede encontrar en internet. Pero ojo, que podríamos estar buceando en la Biblioteca de Babel...
Quizá sea una característica propia de estas generaciones, pero muchos de los jóvenes que en estos tiempos se están volcando hacia la fotografía analógica, basan su aprendizaje en la propia experimentación.
Si bien siguen existiendo escuelas y otras instituciones que dictan cursos y talleres, y hasta han surgido carreras universitarias relacionadas a la fotografía, el hecho de considerarse autodidacta parece tener un atractivo particular. Pero no se trata de partir desde cero y tratar de lograr resultados a prueba y error. O sí, pero para corregir y aprender de esos errores, la fuente del conocimiento se busca en la red. Allí hay varias herramientas a disposición: artículos en publicaciones especializadas, blogs, foros de discusión y, principalmente, videos de YouTube.
Con todos estos contenidos al alcance de la mano, quién necesitaría algo más. El problema es que este gran repositorio de información es tan, pero tan completo, que casi llega a parecerse a la Biblioteca de Babel imaginada por Jorge Luis Borges.
Aquella que "sus anaqueles registran todas las posibles combinaciones de los veintitantos símbolos ortográficos (número, aunque vastísimo, no infinito) o sea todo lo que es dable expresar: en todos los idiomas. Todo: la historia minuciosa del porvenir, las autobiografías de los arcángeles, el catálogo fiel de la Biblioteca, miles y miles de catálogos falsos, la demostración de la falacia de esos catálogos, la demostración de la falacia del catálogo verdadero, el evangelio gnóstico de Basilides, el comentario de ese evangelio, el comentario del comentario de ese evangelio, la relación verídica de tu muerte, la versión de cada libro a todas las lenguas, las interpolaciones de cada libro en todos los libros, el tratado que Beda pudo escribir (y no escribió) sobre la mitología de los sajones, los libros perdidos de Tácito."
Al realizar una pregunta en un foro, seguramente se obtendrán decenas de respuestas, muchas de ellas contradictorias. Que usar pinzas para escurrir negativos sí, que mejor con los dedos, que jamás, solo dejarlos colgados y que el humectante haga su trabajo... Algunas de ellas vendrán respaldadas por profesionales con más de 35 años de experiencia, otras por gente que así le han enseñado, otras por profesores que así lo enseñan, otros por aficionados avanzados, algunos otros porque lo vieron en un tutorial de YouTube, que pasó a ser palabra santa. Y nada de esto da pistas de quién pueda tener razón. En esos 35 años las cosas pudieron haber cambiado un poco y conocerse mejores métodos, los profesores no siempre son dueños de la verdad, y el que lo vio en un video, bueno, dependerá de cuán acertado esté el youtuber en cuestión.
Porque los mismos creadores de contenido pueden ser profesionales compartiendo sus más de 35 años de experiencia, profesores virtualizando sus enseñanzas, aficionados avanzados intercambiando sus conocimientos o incluso jóvenes entusiastas dando sus primeros pasos (basados en el tutorial que vieron antes en YouTube, para seguir enredándonos en los laberintos borgianos).
Y, al igual que en la Biblioteca de Babel, donde no hay guía que permita distinguir la edición correcta de El Quijote, de aquella que tiene cambiada sólo una frase que tergiverse completamente su significado, resulta muy difícil identificar si se han explicado correctamente los pasos para revelar película blanco y negro en casa, o si se ha deslizado algún desacierto, y terminar convencidos que el baño con líquido humectante debe realizarse antes del lavado final. O peor aún, cometer el sacrilegio de creer que se puede usar película de 120mm en una cámara de medio formato.
Pero, al fin de cuentas, estas mismas palabras que acabo de escribir están publicadas en algún vericueto de la red de redes, por lo que lo mismo pueden contener una gran verdad reveladora, como constituir uno más de los tantos artículos incongruentes que pueblan la vasta Bilbioteca.