Ideal para estos días que se supone que son de invierno, pero no se terminan de decidir, un clásico budín de yogur.
Se hace en dos patadas (aunque este en particular tiene un paso extra, que a mí me convenció mucho), y si se nubla de repente, o simplemente queremos quedarnos en pantuflas, merendamos como en una confitería.
Las fotos están en "mood" otoñal, pero la luz vino solita así... nubladísimo! Ni mi ex cocina de piso 18 vista a la ciudad, dio la luz suficiente.
Igual, el budín se presta para esos colores, y el ánimo/clima/cansancio también.
Creo que esta es mi futura receta de budín de yogur de cabecera. Cuando el paso extra (batir claras a nieve) me de fiaca, optaré por la clásica e infalible 1-2-3-4.
Hay una receta!