Revista Cocina

Buenaventura, paraíso portuario del Pacífico colombiano

Por Miguelw @Viviendo_Cali

Buenaventura, paraíso portuario del Pacífico colombiano

Last Updated on 23 enero, 2022 by Marta D

Lo primero que el visitante nota, cuando va llegando a Buenaventura, es el sabor a sal en la lengua que anuncia la presencia de un mar cercano. Lo segundo son las paredes llenas de musgo, arañadas por el salitre, que le recuerdan al collar de casitas -a lado y lado de la vía principal- que el tiempo existe y es una ediablada entropía.

A dónde quiera que el viajero mire, todo es como una fotografía, una pintura naturalista del trópico que se está derruyendo hermosamente. Lo tercero, un sol húmedo que se cuela por las fibras de la ropa al bajarse del bus, en el Terminal de Transportes. Un sol picante que invita a bogar agua y a brincar de alegría o de tristeza o de lo que sea. Llegar a Buenaventura es muy fácil. Simplemente se toma un bus desde Cali. En cuestión de tres horas estarás en esta ciudad.

Buenaventura es como un chorizo: larga desde la entrada hasta el Centro, que no es precisamente el centro de la ciudad, donde se encuentra el Faro y es angosta, muy compacta en los lados. Al viajero que le guste la contemplación, o se desviva por la fotografía, cada rincón de Buenaventura invita a dar clic al obturador: sus calles desiguales, sus casas de madera, los edificios de concreto y colores deslustrados por el sol, un mundo a medio hacer o ya deshecho; los pantalones, las camisas y los vestidos bailando con el viento en los tendederos, en los ventanales. Y las personas de tez negra que caminan bajo el astro rey, o reposan bajo los marcos de las puertas.

Antes que el viajero llegue al borde del mar, a un parque con faro desde cuya orilla se ve el Océano Pacífico y medio sol amarillo entre las nubes, debe pasar por la Calle Sexta y atravesar el puente del Pinal. El visitante encontrará la Isla Cascajal y sobre ésta maravillas arquitectónicas como la Catedral de Buenaventura, el Boulevard del Centro, el malecón de la Bahía de la Cruz, el Hotel Estación y un hermoso mural, llamado "Buenaventura 450 años al cosmos", de cuarenta metros de altura que adorna el edifico de la Alcaldía. Un mural que a punta de varias restauraciones ha sabido salvarse, durante veinte años, de la implacable humedad que trae el mar y las tormentas.

Del Caney al Boulevard camino dos pasos...

Buenaventura por las noches es una república luminosa, un concierto de sombras. Puede que el viajero se sienta abrumado por la cantidad de música que sale de una calle, o brota de una casa o una esquina, donde un grupo de gente departe con cerveza o aguardiente en las manos. Una vez, mientras rodaba un documental, escuché música durante 24 horas interrumpidas, con ráfagas sonoras que salían como bloques, 20 metros por encima del grito, de una casa de tres plantas. A veces los parlantes son más grandes que la gente. Y uno no sabe si eso denota un amor desbordado por la música o algún tipo de locura.

El viajero debería llegar a Buenaventura con el estómago vacío. Esto porque la ciudad es como un Jardín de las Delicias culinarias. Antes de ir al Centro debería visitar la plaza de mercado José Hilario López. Al entrar en la Galería, debe subir al segundo piso y elegir cualquiera de los restaurantes. Aquí es donde las delicias del Pacífico lo esperan.

Puede pedir un sancocho trifásico o una cazuela de mariscos. También arroz con mariscos, una chuleta de pescado. Igual de deliciosas son las tostadas de plátano con hogao, y más, pregunte por las opciones. Tal vez un tamalito de pescado, o sea de sierra, sábalo o róbalo.

A lo largo del malecón de la Bahía de la Cruz el viajero encontrará nuevas opciones culinarias. Cerca del Muelle Turístico, donde uno aborda las lanchas para Juanchaco y Ladrilleros, verá puestos de comidas, fritangas, restaurantes y almorzaderos. Podrá probar papas rellenas con tollo, jaiba, raya; empanadas de piangua, sancocho de tollo, arroz con coco. Y cuando salga y se dirija al Parque del Malecón hallará gran cantidad de bebidas alcohólicas propias de la región. El viajero no debería resistirse a probar el viche, el arrechón, el tumba catre, la tomaseca o la sabrosa crema de viche.

Existen visitantes que ven a Buenaventura solo como un lugar de paso hacia las playas. Estos puede que ya hayan vivido la experiencia gastronómica. También la musical y sensorial que significa transitar sus calles. Por lo tanto suelen dirigirse al Muelle Turístico. Esto con el fin de comprar un pasaje de lancha (ida y vuelta). Desde aquí pueden partir a varios destinos turísticos repletos de palmeras, arena y sol.

El viajero tendrá un abanico de opciones para elegir: si quiere algo cercano váyase para Juanchacho, Ladrilleros o Piangüita; si busca algo exclusivo, vaya a las playas casi secretas de San Juan de Dios (previa reserva, claro está); si quiere ir más lejos vaya a Magüipi o la Bocana. Otro lugar de ensueño por la calidad, el precio de los alojamientos y la belleza del paisaje es La Barra.


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