Revista Ciencia

Buenos argumentos sobre la circuncisión

Publicado el 23 octubre 2012 por José Luis Ferreira
Buenos argumentos sobre la circuncisión
Después de repasar los malos argumentos sobre la circuncisión encontrados en este artículo y discutidos aquí, toca ahora hacer una buena aproximación al problema.La tentación de acogerse a un principio para deducir si está bien permitirla no lleva a ninguna parte. Uno dice "debe ser prohibida atendiendo al principio de la integridad corporal", sin embargo, como nos recordaba también Sacha en la anterior entrada sobre el tema, no tenemos problema en permitir los agujeros para los pendientes. Otro dice "debe ser permitida atendiendo al principio del respeto a la práctica religiosa", lo que también es falaz porque no permitimos cualquier cosa atendiendo a este respeto, como la discriminación o la ablación.¿Cómo dirimir si la situación se parece más al caso de los pendientes o al de la ablación? He aquí unas cuantas consideraciones que hacerse antes de poder dar una respuesta:-¿Hay un daño sustancial e irreparable? Como los daños no existen en abstracto sino en personas concretas, la medida del daño debe ser establecida por cada individuo. Los niños no están en posición de ponderarlo, pero los adultos sí. Los adultos que han sufrido el daño nos pueden ayudar. ¿Cuántos lo consideran importante? ¿Cuántos judíos o musulmanes quisieran no haber sido circuncidados?-Lo anterior es solo el principio. Por seguir comparando: ¿Cuántas mujeres quisieran no haber sufrido la ablación? Si la respuesta fuera "ninguna". ¿Con qué criterio se podría prohibir en las sociedades donde se practica? (Sí habría un criterio para prohibirla en sociedades donde no se practica y donde ya hay leyes en contra de ese tipo de prácticas a las que deben atenerse sus habitantes.)-En el caso de la ablación sí que encontramos muchas mujeres que quisieran no haberla sufrido o que quisieran que no hubiera la presión social para hacerla (es un requisito para el matrimonio, por ejemplo) para no tener que hacérsela a sus hijas. Cuando desaparece esa presión el daño ya no compensa ninguna otra consideración. También encontramos, creo, que las niñas que no han sufrido la ablación, cuando llegan a la mayoría de edad, no eligen operarse.-¿Ocurre algo parecido en el caso de la circuncisión? ¿Hay muchos casos de hombres que quisieran no haber sido circuncidados o que quisieran que no hubiera esa presión social en forma de norma religiosa o de costumbre para así no tener que circuncidar a sus hijos? ¿Es posible, con educación o con el ejemplo, eliminar esa presión? (Hablo de la educación tal como la entendemos normalmente, no del adoctrinamiento específico en contra de esa práctica. Si la educación sirve de algo será para conocer la ciencia, la literatura,... y para desterrar la superstición.)-Puede ayudar a entender mejor la ponderación del daño y la presión el saber qué hacen los niños que no han sido circuncidados y que se les permite la opción cuando son mayores de edad. ¿Quieren hacerlo? ¿Cuántos casos tenemos?-A mi entender, de la contestación a estas preguntas depende en gran medida la actitud correcta que tomar en una sociedad democrática. Yo no me sé los datos. Con el "a mí me funciona" en la mano diré que he conocido a muchos judíos perfectamente arreligiosos que consideran nimio el daño, al nivel de los agujeros para los pendientes. No tengo ni idea de cuántos casos hay de padres que esperan a que decida el niño a los 18 años. Estoy dispuesto, claro está, a hacer más caso a datos que haya sobre el tema.------------------------------------------------------------------------------------------------------------Hace tres años en el blog: El fin y los medios.
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