Revista Espiritualidad
Al estar en armonía con Dios, gozo de paz interna. Mi cuerpo descansa. Mi mente se aclara. Percibo la gracia de Dios. Mas, cuando no estoy alineado con Dios, mi cuerpo se siente extraño y mi mente entretiene pensamientos ansiosos. Me siento inestable. En tales momentos, no es que haya perdido mi vínculo con el Espíritu, sino que me he distraído.Entonces, hago una pausa, digo una oración y paso unos momentos en el silencio. Inmediatamente comienzo a sentir que el espíritu divino fluye en mí y por medio de mí. Las personas precisas, las direcciones correctas y los lugares apropiados son revelados claramente. Sé que hacer y estoy en paz.Nosotros todos, mirando con el rostro descubierto y reflejando como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados. —2 Corintios 3:18