Ahora, que me encuentro en paz con mi presente, me visitan buenos recuerdos del pasado.
Hoy, en Imprescindibles de la 2, el protagonista ha sido el escritor Juan Marsé, autodidacta y Premio Cervantes. Últimas tardes con Teresa, una de sus emblemáticas novelas - una historia social y de amor, que marcó mi adolescencia y, quizá, mi propia vida - fue una de las obras que influyeron para que, años más tarde, decidiera estudiar Literatura.
Me ha gustado indagar en la personalidad y el desarrollo literario de este escritor que, en palabras de su hija, y cosa que comparto, no le gusta viajar porque tiene un mundo interior muy amplio.
Lejos de gustarle la fama ni las apariciones públicas, le importa poco lo que se mueve fuera de su propia faceta de hacedor de historias (me viene a la memoria Vadim Zeland, que considera que lo único que ha de interesar de él son sus palabras; lo aplaudo igualmente).
Marsé no persigue ser brillante, dice uno de los críticos, sino que sus palabras se vuelvan lo más transparentes posibles.
De su discurso del Premio Cervantes destaco algo que ahora me llega más que cuando lo escuché en su día: "Siempre ha tratado de buscar algo que nunca he sabido definir, pero que tiene que ver con alguna forma de belleza".