Bula papal Inter Caetera Alexander VI 4 de mayo de 1493

Alejandro, obispo, siervo de los siervos de Dios, a los ilustres soberanos, nuestro muy querido hijo en Cristo, Fernando, rey, y nuestra muy querida hija en Cristo, Isabel, reina de Castilla

. . . . De hecho,
hemos aprendido que usted, que durante mucho tiempo tuvo la intención de buscar y descubrir ciertas islas y territorios remotos y desconocidos y no descubiertos hasta ahora por otros, con el fin de que pueda llevar a la adoración de nuestro Redentor y la profesión de la fe católica, sus residentes y habitantes, habiendo estado hasta el presente muy comprometidos en el asedio y la recuperación del reino mismo de Granada fueron incapaces de lograr este propósito santo y digno de alabanza; pero dicho reino, al fin y al cabo, tal como complacía al Señor, con el deseo de cumplir su deseo, eligió a nuestro hijo amado, Cristóbal Colón. . . a quien proporcionó con barcos y hombres equipados para diseños similares, no sin las mayores dificultades, peligros y gastos, hacer una búsqueda diligente de estos continentes y islas remotas y desconocidas a través del mar, donde hasta ahora nadie había navegado; y finalmente, con ayuda divina y con la mayor diligencia navegando en el mar oceánico, descubrieron ciertas islas muy remotas e incluso tierras continentales que hasta entonces no habían sido descubiertas por otros; en donde viven muchos pueblos que viven en paz y, como se ha informado, se han desvestido y no han comido carne. . . . Por lo tanto, como se convierte en reyes y príncipes católicos,. . tu lo has propuesto . . para traer bajo su dominio los dichos continentales e islas. . . . Y para que pueda participar de tan gran empresa con mayor disposición y cordialidad con el beneficio de nuestro favor apostólico, nosotros, por nuestra propia voluntad, no a su instancia ni a petición de nadie más a su respecto, no importa si dichos continentes e islas se encuentran y se encuentran en la dirección de la India o hacia cualquier otro lugar, dicha línea estará distante cien leguas hacia el oeste y el sur de cualquiera de las islas comúnmente conocidas como las Azores y Cabo Verde. Con esta condición, sin embargo, que ninguna de las islas y tierras continentales, encontradas y encontradas, descubiertas y por descubrir, más allá de dicha línea hacia el oeste y el sur, estará en posesión de cualquier rey o príncipe cristiano hasta el cumpleaños de nuestro Señor Jesucristo justo después del cual comienza el presente año 1493. . . . Además, bajo pena de excomunión Con esta condición, sin embargo, que ninguna de las islas y tierras continentales, encontradas y encontradas, descubiertas y por descubrir, más allá de dicha línea hacia el oeste y el sur, estará en posesión de cualquier rey o príncipe cristiano hasta el cumpleaños de nuestro Señor Jesucristo justo después del cual comienza el presente año 1493. . . . Además, bajo pena de excomunión Con esta condición, sin embargo, que ninguna de las islas y tierras continentales, encontradas y encontradas, descubiertas y por descubrir, más allá de dicha línea hacia el oeste y el sur, estará en posesión de cualquier rey o príncipe cristiano hasta el cumpleaños de nuestro Señor Jesucristo justo después del cual comienza el presente año 1493. . . . Además, bajo pena de excomuniónsentencia tardía que se incurrirá ipso facto, si alguien así contraviene, prohibimos estrictamente a todas las personas de cualquier rango, incluso imperial y real, o de cualquier estado, grado, orden o condición, que se atrevan sin su permiso especial o el de sus herederos y sucesores mencionados, a ir por el propósito del comercio o cualquier otra razón para las islas o el continente. . . a pesar de las constituciones y ordenanzas apostólicas y otros decretos en sentido contrario. . . . Que nadie por lo tanto, infrinja, o con imprudencia temeraria contravenga, esta nuestra recomendación, exhortación, requisición, regalo, concesión, asignación, constitución, delegación, decreto, mandato, prohibición y voluntad. Si alguien se atreve a intentarlo, sepa que incurrirá en la ira del Dios Todopoderoso y de los apóstoles santos Pedro y Pablo.

Dado en Roma, en San Pedro,

en el año de la encarnación de nuestro Señor 1493,

y el primer año de nuestro pontificado.

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