Un caso de suicidio de una niña de 16 años relacionado con acoso escolar acaba de saltar a las páginas de los medios de información en España hace dos semanas, con ecos al otra lado del Atlántico por tratarse de una niña de origen ecuatoriano. “La consejería de Educación de Castilla La Mancha va a abrir una investigación para indagar si algo falló en el proceso, aunque todo apunta a que los responsables del IES Maestro Juan de Ávila, de Ciudad Real, no midieron bien los riesgos” dice el resumen de la noticia al existir una denuncia de los antecedentes por parte de la familia.
Hace sólo un mes en la Columbia Británica, en el Canadá, una muchacha sometida a acoso por Internet además anunció su suicidio en un video publicado en YouTube. Un mes antes de quitarse la vida, la adolescente había enviado a Youtube un cortometraje en el que iba pasando cartulinas blancas donde en rotulador negro contaba el abuso que decía haber sufrido. Relató que envió a través de una cámara web la imagen de sus pechos desnudos a un usuario que había contactado con ella en un chat de Internet y que luego le pidió que “hiciera un show” para él. Los hechos ocurrieron cuando ella tenía 12 años, después el acosador colgó la foto en Facebook y los compañeros de colegio de la chica se enteraron.
El acoso escolar es una plaga que se ha considerado endémica porque sucede en todas partes y las redes sociales y el uso de la Internet han generado este otro tipo de acoso denominado cyberbullying. La cita de Wikipedia no es muy precisa pero relata las principales características del problema. Es comprensible que se le incluya como una de las causas del suicidio infantojuvenil. Los ataques continuados a la autoestima de individuos jóvenes , con dificultades emocionales y combinaciones de depresión y paranoia consituyen un campo abonado para la autolisis.
Sin embargo el suicidio infantojuvenil es un fenómeno complejo, a menudo imprevisible y que no siempre reconoce causas externas evidenciables. La natural tendencia de los padres a buscar las causas de algo tan terrible como que un hijo, una persona joven, decida quitarse la vida, en el entorno exterior del niño, la escuela, el barrio o sus compañeros. Y así puede ser cuando se encuentra evidencia de ello. Lamentablemente al suicidio se puede llegar por muchos caminos.
Por otro lado, el acoso escolar, con todo lo que tiene de indeseable, sólo en contadas circunstancias puede llegar a inducir autoagresión.
Padres y, sobre todo, educadores deben estar alerta en las situaciones en las que se pueda detectar acoso porque puede hacer muy miserable la vida de los menores vulnerables. Y, a la vez, no olvidar que los acosadores, menores y de edad similar a la víctima también son susceptibles de tratamiento y no sólo de represión.
X. Allue (Editor)