Ya todos conoceréis los pormenores de “Buried (Enterrado)”, la película de Rodrigo Cortés. Un transportista americano es secuestrado en Irak y enterrado vivo en un ataúd, dejándole dentro un móvil y un mechero para que gestione su liberación a cambio de dinero. Un solo protagonista y unas voces, una caja de madera por escenario y decorado, la luz de un zippo y de una barra fluorescente, y una visitante inesperada que se cuela entre las rendijas. La situación de angustia y claustrofobia viene en bandeja desde el momento del enterramiento, pero se agiganta ante los chantajes e indefensión que sufre el pobre Paul, a manos de unos desesperados árabes o de otros terroristas civilizados que pueblan el mundo capitalista. Paul está solo, aunque siempre le quedará la voz de su hija –que le salva del suicidio– o de su mujer, en una emotiva conversación para la eternidad.
Está clara la meritoria labor de rodaje que logra crear espacios en tan estrecho ataúd, lo mismo que la intensa y física interpretación de Ryan Reynolds. Pero aquí quiero destacar otros aspectos artísticos que hacen que estemos ante una película muy cinematográfica. La tensión y suspense se inicia con los rótulos –muy al estilo Hitchcock– y sigue con un plano en negro que empuja al espectador a agudizar el oído para captar cada ruido y hacerse cuanto antes cargo de la situación. El trabajo de sonido es extraordinario, y también el juego con el fuera de campo. Ambos recursos obligan a que el espectador permanezca activo durante la hora y media de la proyección, que utilice su imaginación para construir los escenarios que no aparecen en la pantalla pero que están ahí y determinan las reacciones de Paul. Sin verles, acabamos haciéndonos una idea de ese secuestrador anónimo y desesperado, de ese jefe de personal sin escrúpulos ni humanidad o de ese encargado de rehenes…, y también de esa madre con Alzheimer, de esa amiga maltratada telefónicamente por Paul o de una Pamela ajusticiada sin piedad, y también de esa Linda que por fin responde a su marido.
Sólo con las llamadas de móvil y nuestra imaginación, Cortés consigue armar una historia donde cabe una historia personal y también la denuncia a la política de guerra americana, a la economía que se ha olvidado de la ética y a la burocracia que se pierde en la normativa. Ansiedad en la oscuridad que ciega la esperanza o suspense entre la arena que va matando el tiempo y el oxígeno de Paul. Emociones intensas y rabia porque no se puede hacer nada para dejar vivir a un inocente. Todo recogido por una cámara intrusa y con un poco de luz –excelente también la fotografía–, por unos sonidos y una mirada perdida… muy de cine. Porque el espectador, en el fondo, está también en una sala oscura siendo bombardeado por imágenes hipnóticas, y se siente un poco enterrado con Paul y sufriendo con él… hasta que se encienden las luces y todo se desvanece, como si fuesen sombras de ficción… porque no era más que una pesadilla de guerra y de cine.
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En las imágenes: Fotogramas de “Buried (Enterrado)” – Copyright © 2010 Versus Entertainment, The Safran Company y Dark Trick Films. Distribuida en España por Warner Bros. Pictures International España. Todos los derechos reservados.