Revista Salud y Bienestar
España, novena potencia científica mundial, dispone de tecnología y de medios para investigar, pero no de dinero para pagar a los investigadores, que deben emigrar, una contradicción dialéctica, asumida por todos, que, según algunos, se podría superar impulsando el mecenazgo o, en el peor de los casos, importando becarios de países sin tecnología y sin medios pero sí con dinero, como Siria, Catar o Abu Dabi.
Esta es la idea provocadora lanzada por Cristóbal Belda y Juan Pablo Albar, dos investigadores empeñados en que España no se quede fuera de juego en una de las mayores empresas investigadoras que el mundo acometerá en el decenio: el descifrado del proteoma, un paso necesario para poder sacar partido al conocimiento que se tiene del genoma.
"Ahora nos toca descodificar las proteínas, una tarea que nos será un poco más complicada, pues en el genoma humano hay unos 20.300 genes solamente y las especies proteicas son más de un millón", dice Cristóbal Belda, oncólogo e investigador de La Paz. "Pero desde 2010 ya contamos con un arma para desentrañar el misterio, los péptidos proteotípicos, secuencias de una docena de aminoácidos que son los péptidos típicos, específicos, únicos de cada proteína, con lo que ya no se trata de buscar un millón de proteínas, sino que basta con identificar unos 170.000 péptidos, en los que, gracias al código genético, podemos predecir las proteínas a partir de estos proteotipos", explica Juan Pablo Albar, director del Instituto Nacional de Proteómica y de la Unidad de Proteómica del Centro Nacional de Biotecnología. "Todo ello conforma una aproximación intelectual e investigadora superlativa. Son necesarios cientos de equipos en todo el mundo".
En 1985 el genoma comenzó a investigarse solo en Estados Unidos, con lo que la industria biotecnológica norteamericana tuvo un gran progreso. Ahora, sin embargo, la investigación está totalmente globalizada. Por razones prácticas, para investigarlo, se ha dividido el proteoma en los 23 cromosomas de la célula. Y de ellos, solo EE UU y Japón cuentan con dos. Irán se pidió el Y, el de la masculinidad. España ha sido invitada, como país, a participar. A un grupo de investigadores españoles se les ha permitido contribuir al esfuerzo mundial.
"Sin fondos, no podemos abordar una investigación que permitiría desarrollar enormemente la industria biotecnológica española", dice Belda, quien, dentro del consorcio español, se encarga de buscar medios de financiación y de la vertiente clínica del proyecto.
Con la crisis económica, el presupuesto de los Organismos Públicos de Investigación se ha reducido un 30%. El Consejo Superior de Investigaciones Científicas ha convocado para 2011 solo 35 plazas de investigación, frente a las 4.754 previstas.
Tras llamar a muchas puertas, Belda se mostraba ayer esperanzado de que las respuestas alentadoras recibidas los últimos días de algunos ministerios, que llegaron incluso a prometerle convertir el proteoma en un asunto de Estado, se concretaran en una empresa mixta -medios, edificios, y hospitales públicos; financiación privada- que evitara el ridículo.
Actualmente, España se ha asociado con Suecia y Noruega para el descifrado del cromosoma 19, donde reside la clave de la enfermedad de alzhéimer, de muchas enfermedades raras y algunos tumores. "Esto para nosotros es un éxito casi seguro, pero menos visible internacionalmente y menos provechoso para nuestra industria biotecnológi-ca", dice Juan Pablo Albar, director de ProteoRed-ISCIII y responsable del Consorcio español, "Porque creemos que siendo la novena potencia científica del mundo en algún momento tendríamos que aspirar a un cromosoma propio. Existen varios grupos de médicos e investigadores básicos que proponen abordar el cromosoma 6, el que rige asuntos como el rechazo de los trasplantes y la diabetes tipo II [España es líder mundial en trasplantes y la diabetes tipo II acabará afectando al 50% de los europeos], pero nos falla el mecenazgo. En España toda la investigación depende del Estado, que es quien paga todos los salarios. Los demás no aportan nada. Hay que movilizar al mecenazgo".
El proyecto completo, en dos trienios, supone 24 millones de euros. "Tenemos pensado, de todas maneras, un plan alternativo", dice Belda. "Se trataría de formar científicos de países con dinero pero sin estas tecnologías que vendrían a España a nuestros centros de excelencia y becados por sus Gobiernos: Siria, Catar, Abu Dabi... Los tenemos aquí cinco años, los entrenamos perfectamente y luego regresan a sus países a crear su propio tejido científico para competir entonces con nosotros".
Detrás de las proteínas está el secreto de las enfermedades, prometen los investigadores. Si se sabe lo que hace cada proteína se podrán hacer nuevos medicamentos sabiendo exactamente cuáles son las proteínas sobre las que se tiene que fabricar el remedio. El dueño de la investigación dispondrá de información privilegiada protegida para el uso farmacológico de las proteínas asociadas a la enfermedad.
**Publicado en "El Pais"
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