Dicen que en Cali habita un demonio, Buziraco es su nombre y está entre los caleños desde una remota época. Exactamente desde la colonia, y a la presencia de este es que se le debe la existencia del monumento de Las Tres Cruces.
Posiblemente una de las leyendas más conocidas en la ciudad, a Buziraco se le culpa desgracias acontecidas en Cali. Desde incendios y terremotos, hasta plagas y asesinatos. Los caleños volteaban la mirada al cerro, morada de este temible y monstruoso ser, ante cada calamidad.
Se lo culpó de la muerte de 39 niños entre el 63 y el 66, que aparecían descomponiéndose en campos y cañaduzales. También hubo quien le achacara responsabilidad por el estallido de siete camiones cargados con dinamita. Este suceso se cobró la vida de cerca de 4 mil personas y que pasaría a la historia como La explosión del 7 de agosto, en 1956.
Investigaciones posteriores arrojaron que la explosión de los camiones fue por causas más humanas (aunque aún no determinadas) que sobrenaturales. También se pudo comprobar que el asesinato de los niños fue perpetrado por un asesino serial conocido como El Monstruo de los Mangones.
Si bien, con los años se revelaron las verdaderas causas de muchas de estas desgracias. Salvando así la conciencia de Buziraco, siempre se vincula su imagen con la calamidad.
Una epidemia de viruela y luego de dengue que asoló a Cali en 1837 fue el primer indicio de que algo terrible, sobrenatural, se cernía sobre Cali. A continuación les contamos cómo nace este mito en la ciudad:
¿De dónde proviene Buziraco?
Según la tradición agustiniana Buziraco, el demonio caleño, no es tan de estas tierras como se piensa. La creencia católica apunta a que el demonio que reina el cerro de las Tres Cruces es el mismo que en remotas épocas azotó el Cerro de la Popa en Cartagena.
Cuenta en sus memorias el Fray Alonso de la Cruz Paredes, monje Agustino, se encontró con el demonio cuando llegó a Cartagena. El monje había llegado a la ciudad, según él, para construir una iglesia en el cerro de La Popa. En un lugar específico que la virgen María le había indicado.
Fue en el lugar señalado donde el monje se encontró al poderoso demonio, que era adorado por medio de joyas, tabaco y licor.
Tras el descubrimiento Fray Alonso de la Cruz buscó ayuda del obispo de Cartagena de la época, Juan de Labrada. Juntos subieron al cerro y, tras una férrea batalla espiritual, lograron arrojar al demonio por un acantilado, justo cuando este tomó la forma de un macho cabrío.
Llegada de Buziraco a Cali
Sin embargo el reinado de Buziraco estaba lejos de terminar, y este trasladó su esencia a un cerro cercano a Cali. En este lugar se escondió durante cerca de 300 años, causando una que otra desgracia, pero sin llamar mucho la atención.
Aún así, con las crisis de viruela y dengue en 1837, sumadas a un creciente número de leprosos y una serie de incendios que arrasaron varios cultivos, el demonio hizo evidente su presencia. O eso fue lo que creyeron los hermanos, Fray Juan Cuesta (Director del Colegio Santa Librada) y el Fran Vicente Cuesta. Pues tanta desgracia solo podía ser obra del diablo.
Sin embargo tuvieron absoluta seguridad de que se trataba de algo paranormal al escuchar rumores de que, cerca al cerro tutelar, aparecía en el cielo una figura monstruosa. Algo así como un murciélago gigante o el mismísimo Satanás.
Una vez descubierto el demonio, los hermanos fraguaron un plan para ahuyentarlo, o por lo menos para apaciguar su furia. Para esto obtuvieron el apoyo de la Arquidiócesis de Cali, que se mostró muy preocupada por los rumores que circulaban por la ciudad. Realizaron una procesión (exactamente el 3 de mayo de 1937) y plantaron en el cerro 3 cruces de guadua.
Sin embargo algo salió mal en este ejercicio, y en lugar de exorcizar al demonio lo que hicieron fue atraparlo dentro del cerro. Por lo tanto, temiendo una posible liberación, los dos religiosos continuaron las procesiones, cambiando las cruces cada año.
Y así lo hicieron por un tiempo, son embargo en 1851 ambos tuvieron que huir debido a la agitada persecución política de la época. Aunque no falta el que culpa de esto al vengativo demonio.
Liberación de Buziraco y Construcción del Monumento de las Tres Cruces
Las procesiones las continuó Fray Damián González. Y a la muerte de este fueron los habitantes del barrio Santa Rosa (más cercano al cerro) los que mantuvieron viva la costumbre. Sin embargo, con el paso de los años y la falta de desgracias, poco a poco esta procesión empezó a ser menos frecuentada. Hasta que ocurrió lo impensable.
Un rugido se escuchó desde el corazón del cerro, y hubo quienes juraron que lo vieron estremecerse. El movimiento desenterró las cruces de guadua pobremente clavadas, y se extendió, tan rápido como la ira, sobre la ciudad.
Esto fue el 7 de junio de 1925, y fue un devastador terremoto de 6.8 grados en la escala de Richter, que acabó con la mayor parte de las iglesias y monumentos religiosos en la ciudad. A este terremoto se lo conoce como La Liberación de Buziraco.
Por temor a la venganza del demonio, que había permanecido cerca de cien años atrapado se dio pie a la construcción del monumento de Las Tres Cruces. Aunque históricamente la construcción coincidió con el centenario de la primera procesión al cerro, y a la celebración del cuarto centenario de Cali.
La obra se finalizó en enero de 1938, y desde entonces se cree que Buziraco quedó finalmente atrapado en el cerro.