Byzantium por Raquel Polo
En la primavera de 2013, durante un viaje a Londres, vi el cartel del estreno de la nueva película de Neil Jordan, "Byzantium". Había leído sobre ella en una revista de cine meses atrás, y aunque Jordan siempre me ha gustado por su personal estilo, que destacasen de esta cinta que era "la alternativa adulta a Crepúsculo" no me dio ninguna confianza, pues ser la alternativa a una película mediocre en todos los aspectos, no es desde luego nada halagüeño.
Aún así, y por la admiración que tengo por la trayectoria de su director, que siempre ha sabido moverse entre el género fantástico y el de terror como pez en el agua, mantuve la esperanza de que "Byzantium" estuviese a la altura de "Entrevista con el vampiro", a pesar de que su estreno en nuestro país era cada vez más incierto (finalmente, Canal+ ha llegado a un acuerdo con A contracorriente Films para que vea la luz en salas comerciales de cine). Y no sólo ha supuesto una gran desilusión comprobar que no era para mí digna sucesora de las crónicas de Anne Rice, sino tampoco el comienzo de la salvación del género vampírico a día de hoy.
El argumento trata de como Elleanor (Saoirse Ronan, "Lovely Bones") escribe la historia de su existencia cada vez que llega a una nueva ciudad con Clara (Gemma Artenton, "Prince of Persia"), ambas perseguidas por unos hombres misteriosos. Su último destino, un pequeño pueblo costero de Dublín, será donde conozca a Frank (Caleb Landry Jones, "Antiviral"), un joven solitario que queda impresionado al conocerla, y que será finalmente el único que desvele el misterio oculto de estas dos mujeres fugitivas.
Aunque la película comienza con buen pie, adentrándonos en el mundo de perversión en el que vive Clara por un lado con una persecución frenética, y en la agonía existencial en la que vive Ela por otro, con planos delicados sostenidos por su voz en off (al estilo de "Entrevista con el vampiro"), resulta que sólo es una pequeña chispa que se va perdiendo cada vez más y más a lo largo de sus dos horas de metraje. El ritmo es irregular y la historia, de haberse contado en menos tiempo, hubiera ganado más. Cabe destacar el ejercicio narrativo que hacen guionista (Moira Buffini, "Tamara Drewe") y director al presentar dos líneas de tiempo paralelas: la historia que escribe Ela de su pasado junto a Clara, allá por el siglo XIX; y el presente. Si bien es cierto que aporta gran riqueza, ese flashback continuo acaba por resultar demasiado fragmentado durante la trama presente (y también, a mí parecer, rodado con más gusto... será por las reminiscencias a Louis y Lestat).
En cuanto al trío protagonista, Ronan desempeña su papel de manera correcta, atemplada, cual ángel de la muerte cuya condena sólo se redime al dar paz a aquellas personas que la buscan, mientras que Artenton le pone vitalidad y pasión a su vampira sobreviviente y luchadora; quien parece estar sobreactuado en su papel de atormentado es Jones, ya que se olvida que no hace falta ser más dramático de lo que ya resulta de por sí y que no puebla el mundo de las hermanas Brönte. Y ya que se ha hecho referencia a "Crepúsculo" al hablar de "Byzantium", decir que al igual que en las novelas de Meyer, aquí el romance parece forzado por necesidad (quizás la necesidad de atraer al público joven y/o la de seguir con el mito romántico-vampírico) y no termina de calar, sobre todo por ese final demasiado previsible y el tormento, ya manido, que supone la relación.
Ya en el aspecto fotográfico, he de destacar algo que me llamó poderosamente la atención, y es que al principio de la película, me recordó a "Let me in" por esa utilización del entorno deshumanizado. Después caí en la cuenta de que era casi más anecdótico que otra cosa, pero si se recurre a la metáfora de manera continuada: los personajes que quieren morir para encontrar la paz, en un bloque de cemento llamado pisos o en un hospital lúgubre; y los personajes que quieren morir para encontrar la vida eterna, en una isla desértica al principio que emana sangre que inunda todo al final. Volviendo también a las dos líneas de tiempo que he citado anteriormente, sigo pensando que la historia del s.XIX tiene más personalidad, aunque no derrocha el encanto fotográfico y artístico del que hacía gala "Entrevista con el vampiro", pero sí se le acerca bastante por suerte.
En cuanto al terreno sonoro, desde luego siempre es un acierto y un salvavidas recurrir a Beethoven o Schubert, como bien sabe el cotizado Javier Navarrete ("El laberinto del Fauno"), artífice de la banda sonora, quien nos conduce suavemente con la música a través de toda la historia, uno de los aciertos más notables y de agradecer en el film.
Para finalizar, haré una breve reseña al personaje de Sam Riley ("Control"), ya que no lo he mencionado a pesar de figurar entre el elenco principal. Aún con una interpretación que sino destacable, sí es buena, he sentido que su personaje está en la historia más por justificar el intento de giro final (sacar el conejo de la chistera es un truco ya muy viejo, Neil), que porque realmente formase parte de la vida de las dos mujeres, más allá de ser una excusa de ayuda para Clara.
Por lo tanto, por mi parte seguiré esperando a esa salvadora que me haga creer que hay vida tras los blockbuster de colmillos para jóvenes, y volveré a visionar "Let me in", cinta revelación que a más de uno nos puso los dientes largos.