Hoy continuo con el ejército de Cartago, esta vez escribo sobre la Caballería de Cartago.
La caballería de ciudadanos
Los ciudadanos configuraron una parte significativa de la caballería púnica, diferenciada de los jinetes libios, cántabros y númidas. Inspirados en los Hetairoi o Compañeros de Alejandro, consistían en una auténtica caballería pesada, mezcla de estado mayor, guardia del comandante en jefe y escuela de oficiales. Iban armados de forma similar a la infantería, eran reclutados entre las filas de la nobleza, que costeaba su caro equipamiento: cota de malla, yelmo y grebas, además de un pequeño escudo, dos lanzas (una corta para ser arrojada y otra más larga), y una espada corta de filo ancho. Se caracterizaban por llevar anillos de oro, uno por cada campaña en la que habían servido.
No está claro si estos jinetes formaban parte del Batallón Sagrado, aunque probablemente formaran una entidad independiente de aquél.
Jinetes númidas
Los jinetes númidas estuvieron presentes en todos los enfrentamientos importantes de las Guerras Púnicas hasta la derrota final de Cartago, a partir del pacto acordado entre Amílcar Barca y Naravas en la época de la Guerra de los Mercenarios. Fueron utilizados de forma masiva
por Aníbal, que llegó a alinear más de 4000 jinetes en Cannas.Excelentes como caballería ligera, montaban sobre pequeños y ágiles corceles árabes o de Berbería, acostumbrados al clima duro de las estepas al norte del Sáhara. Cumplían misiones de exploración, enlace y persecución de las tropas vencidas para aumentar el número de bajas. Estas características se pusieron de relieve en la batalla de Cannas, donde fueron incapaces de romper por sí solos las líneas de la caballería latina. Una vez rotas éstas por la caballería pesada ibera, sin embargo, fueron los encargados de iniciar la persecución, con un éxito notable al incrementar en gran manera el número de bajas. Debido a su movilidad y rapidez para replegarse eran usados como cebo en las emboscadas.
Tito Livio refiere que llevaban dos caballos y saltaban del caballo cansado al fresco, muchas veces en lo más encarnizado de la refriega. No empleaban sillas ni bridas, y guiaban sus caballos con la presión de sus piernas. Sin embargo, Estrabón afirma que pasaban cuerdas en torno al cuello del caballo, a modo de brida.
Usaban un escudo circular embrazado y jabalinas. Vestían, por regla general, una túnica corta sin ninguna protección corporal, problemático ante la acometida de un escuadrón de caballería pesada. Estrabón les retrata semidesnudos, exceptuando una piel de leopardo, que podían enrollar alrededor de su brazo izquierdo para que hiciera las funciones de escudo.
Su táctica principal consistía en el acercamiento al enemigo sin trabar combate en proximidad, hostigarle lanzándole dardos, y atraerle a un terreno desfavorable para ser derrotado por el grueso de la caballería y los infantes púnicos.
Caballería Hispana
La mayor parte de la caballería pesada del ejército cartaginés durante la Segunda Guerra Púnica fue aportada desde Hispania. El armamento del jinete celtíbero consistía en una lanza con cabeza metálica en forma de hoja de árbol, encajada en el astil, de 30 a 60 cm de longitud.También portaban la falcata y el pequeño escudo que llevaba la infantería ligera (caetra). Se protegían con yelmo, cota de malla y grebas.
En ocasiones llevaban un infante ligero a la grupa, armado con falcata y caetra. En combate cerrado, este infante desmontaba y luchaba a pie. El uso de sillas de montar no estaba extendido, y normalmente llevaban una manta cinchada al lomo del caballo, aunque en algunas representaciones se aprecian sillas de estilo helénico. También utilizaban bridones, con barras en forma de luna creciente. La cabeza del caballo se hallaba protegida por una especie de barda, probablemente metálica. Las evidencias arqueológicas muestran que los primeros ejemplares de herradura aparecen en túmulos funerarios del centro de hispania, lo que podría indicar que los celtíberos fueron sus inventores.
Los iberos poseían conocimientos de equitación avanzados, y adiestraban caballos y jinetes con gran dedicación. Uno de los ejercicios consistía en entrenar al caballo para arrodillarse y mantenerse estático y silencioso en espera de la señal. Este ejercicio era perfecto para las tácticas de guerrilla que a menudo practicaban. Aunque la caballería hispánica rivalizaba con la númida en velocidad y habilidad sobre el caballo, su táctica principal era de choque como caballería pesada, rompiendo las filas de la caballería enemiga.