El comedor en los centros educativos debería ser capaz de atender con garantías:
- la adecuada nutrición con menús saludables variados, completos y sin excesos
- la educación gastronómica, alimentaria y de hábitos relacionados, es decir del comportamiento alimentario
- la socialización de tareas y compartición de la comida (colaboración y convivencia)
- la corrección de las desigualdades sociales de los comensales (equidad y solidaridad).
Por ello las pautas que rigen la oferta alimentaria en los comedores deben ser claras y atender a todos los actores que envuelve. Los conocimientos nutricionales, la cultura gastronómica, la estructura del momento alimentario, las normas de higiene, los gustos de la población infantil, los precios de los menús, los desperdicios de comida, el cocinado para grandes grupos y un largo etcétera de factores deben ser tenidos en cuenta en su planificación e implementación. Es necesario un cuidadoso equilibrio entre las partes para asegurar ejes básicos e importantes como: educación, salud, socialización, sostenibilidad y equidad.
El pasado 3 de octubre de 2018 se presentó en la Comunitat Valenciana una nueva propuesta alimentaria para los menús de los comedores escolares de su ámbito territorial. La anterior databa de 2007. Y en esta década, las evidencias sobre nutrición han puesto algunos acentos en grupos y situaciones diferentes que deben ser incorporadas y por otra parte, debe frenarse la paulatina desviación en el patrón alimentario mediterráneo a la que está asistiendo nuestra población. Así que con esta guía se propone dar media vuelta de tuerca para ajustar los principios de una dieta saludable y sostenible en el comedor escolar.
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¿Qué aportaciones incorpora?Los cambios producidos en las nuevas orientaciones de 2018 modelan la alimentación de los escolares al incorporar una mayor cantidad de alimentos vegetales (leguminosas, verduras y hortalizas y frutas); al disminuir la presencia de alimentos de origen animal (carnes y transformados); al corregir la excesiva oferta de cereales, patatas y productos procesados (masas y pastas), y al recomendar la presentación de sus versiones integrales.
Además posibilita incluir (de forma no obligatoria), al menos, una comida semanal sin proteína animal. También se asumen en las recomendaciones, las orientaciones sobre aquellos pescados que por su contenido en mercurio deben limitarse en estas edades.Todas estas frecuencias se hacen desde el posicionamiento de seguir una dieta mediterránea, del uso de productos de proximidad y de la introducción de alimentos ecológicos amparada por el Decreto de fomento de una alimentación saludable y sostenible en centros de la Generalitat Valenciana que ya comentamos en otro post. Este decreto puede ser una estrategia a la aproximación de la producción agrícola al consumo en los comedores escolares y parece ser que esta es una linea bastante poco explorada en el estado español como se recoge en un artículo publicado en 2017, en Gaceta Sanitaria que apenas estima en un 3% las iniciativas de este tipo sobre un muestra de 318 comedores escolares.Esperamos que sea un pequeño paso hacia delante que lógicamente requerirá de nuevos ajustes en un periodo de tiempo prudente. La realidad de los comedores escolares a veces deja mucho que desear basta recordar una entrada de este blog. Así que aunque moderadamente satisfechos por algunos cambios ya conseguidos no podemos caer en la autocomplacencia y pensar que ya tenemos ganada esta parcela de actuación. En los comedores escolares aún tenemos mucho margen de mejora.