Cuando era pequeña los domingos de otoño, si hacia demasiado frío como para dar una paseo por el monte, o había llovido el día anterior, mis padres nos solían llevar a dar una vuelta por los puestecitos del Arenal. Flores, plantas arbolitos, e incluso algún pino de navidad comenzaban a verse en alguno de ellos.
Después o bien íbamos a comer unas rabas por el casco viejo, o un mejillón relleno en el Baste y subíamos hasta Moyúa dando un paseo para coger el autobús de vuelta a casa, no sin antes parar en la tienda de ultramarinos-comestibles-vinos-charcuteria-varios López-Oleaga a compara una bolsa de cacahuetes tostados. No tiene nada de especial, simplemente son unos cacahuetes con cáscara, recién tostados, y que suelen darte calientes.
Un lugar de los de toda la vida, llevan desde 1904 en la misma calle, y al igual que comercios tan míticos como Martina de Zuricalday, Arrese o Smith&Smith (pena que For desapareciese), forman parte de la historia de nuestra ciudad. Sin duda, comercios que me recuerdan a mi infancia, e incluso a mis padres les traen recuerdos de antaño.