Revista Cultura y Ocio

Cada uno de nosotros producimos monstruos

Publicado el 13 enero 2012 por Agora

José Ignacio Becerril Polo
El monstruo en mí
Saco de Huesos Ediciones
Septiembre de 2011
Nueve relatos, o novelas cortas, que para estos debates están los puristas, pueden bastar para descubrir a un autor que le gusta escribir, que le gusta como escribe y que propone al lector pequeñas pruebas para jugar con él mientras lee lo que, estoy convencido, con tanto placer ha escrito.
Incluso menos de nueve relatos, uno sólo, Casa ocupada, puede servir para avisarnos de que estamos ante un gran contador de historias, escritas con precisión y sencillez de lenguaje que es imposible no descubrir que estamos ante una pluma a la cual deberemos estar atentos a partir de este momento. Esta ha sido mi impresión cuando he leído el libro de Nachob, y no era lo primero que leía de su puño y letra- permítaseme decirlo así-, ya que después de su opus primunUn año de palabras”, quedé gratamente sorprendido de su capacidad creativa, de lo que puede hacer con los sentimientos humanos; en estos nueve relatos que nos ocupan, llevados a sus últimas consecuencias, sabedor de que el verdadero monstruo, la más abominable de las aberraciones no está fuera, sino que habita en nosotros, dispuesta a salir en cuanto tenga una oportunidad, o, por qué no, cuando le permitamos brotar para transformar la realidad en un caos de horror. Juan Ángel Laguna Edroso ya nos avisa en el prólogo: ¡He creado un monstruo!, y quienes no conocían a José Ignacio deberán agradecérselo por toda la eternidad, pero también quienes le conocíamos debemos estarle agradecidos de su creatura, de haber podido leer Casa ocupada, una magnífica historia de casas maldecidas que tantos recuerdos me ha traído del maestro Lovecraft, y os aseguro, desconocidos lectores, que esto no es una blasfemia. Todo está hecho es otro relato donde nos enredamos en una intricada madeja que se desenredará de forma trepidante y, tal vez, inesperada. Tal vez sea el primer relato, La ciudad inhabitada, muy oportuno colocado al principio del libro, el que nos marcará- por su sorprendente desarrollo y su magnífico final- el nivel del autor al que estamos leyendo. Sabremos que, cuando queda algo que decir, se puede producir el milagro. Becerril Polo también exprimirá hasta el límite de la enajenación mental la devoción sin término de una madre, o la lucha interna de la personalidad esquizoide, hasta tal punto, que el lector no sabrá quién es quien le cuenta la historia que afecta, aquí también, a una madre. Me gustaría contaros algo de cada uno de los relatos, pero tampoco se trata de eso, ya que poco puede decirse de ellos sin entrar en datos que os podrían privar del placer de descubrir a José Ignacio y sus sorprendentes historias, como Todo está hecho. Leedla, haceros ese favor, sabréis que cuando se paga con la misma moneda puede que sea el momento en el que hayamos perdido la cordura.
Francisco Javier Illán Vivas

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