En este breve sermón hay muchos temas relacionados que tratar. Es triste ver como hoy más que nunca, aquellos que defendemos verdades absolutas siempre somos el blanco de mentirosos y calumniadores de todo tipo. No se puede justificar todo aquello que sea contrario a la Verdad sin mentiras. La verdad no está “dividida” y más os vale recordar que la mentira siempre muere. Los separatistas, los que luchamos por una verdadera libertad dentro del progreso y la igualdad, se nos tacha de “extremistas” o “separatistas” como si fueran cosas malas. Os pido aprender, a partir de ahora, que cuando cosas así ocurran, cuando os acusen de algo malo, hay que pedirle a Dios que nos dé fortaleza y nos dé más enemigos todavía. Somos amigos de los que aman la Verdad y la Justicia y no comprometen sus Verdades. Cuando un hombre defiende unos principios con tenacidad, aunque las ideas sean equívocas, ese hombre tiene esperanza. Hay hombres que no le sirven ni a Dios ni al diablo. No sirven para nada: a mí me gusta ver a un ser endemoniado salvarse porque esas mismas características agresivas las usará para defender la Justicia. ¡Dios líbrame de gente compuesta de natilla! ¿Sabéis lo que es la natilla española? Cuando los abuelos se quedan desdentados hasta tal punto de no poder ni tan siquiera desayunar una tostada, optan por natillas o le ponen leche a la tostada para desmoronarla. Pero gracias a Dios por gente con integridad de carácter que no cederá NUNCA aunque eso signifique ir a la cárcel. Pero voy a predicar y os digo que si alguien se siente aludido, es puramente intencional.
Esta entrada tiene dos partes. La primera parte ahora será el sermón para hoy domingo sobre las estatuas. La segunda parte, al final del sermón, será una sesión de preguntas que me hizo el otro día un periodista del pueblo donde resido y que será colgada en YouTube en los próximos días. Sin embargo, la entrevista está obviamente en inglés así que incluyo la transcripción en castellano para mis lectores de lengua castellana.
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El sermón para hoy se titula “Esperando que Dios haga lo peor”. El texto lo tomo de Levítico, capítulo 26, versículos 27 y 28, de la Reina Valera Antigua (la mejor traducción en lengua castellana). Dice así el texto bíblico:
“Y si con esto no me oyereis, mas procediereis conmigo en oposición, Yo procederé con vosotros en contra y con ira, y os catigaré aún siete veces por vuestros pecados.”
Como os vengo diciendo durante muchísimos años, si Dios es “Santo”, su Iglesia también debe ser santa y en consecuencia, Dios ha impuesto ciertos deberes que se deben cumplir EN SU PACTO si quieren seguir siendo su pueblo electo. El pensamiento de los pactos con Dios ha desaparecido prácticamente en el mundo occidental, incluido en el Protestante. Pero Dios dice claramente a su pueblo electo “Soy VUESTRO DIOS”, esto está ordenado. Todo el libro de Levítico está escrito mostrando la gracia de Dios y sus pactos. Hay instrucciones sobre cómo restaurar a un pueblo si éste rompe el pacto con Dios. Este capítulo sirve como una maldición al desobediente, al que rompe los pactos con Dios. Mirad lo que dice…¡aún siete veces por vuestros pecados! En el versículo 15 del mismo capítulo la Biblia dice “Y si abominareis mis decretos, y vuestra alma menospreciare mis derechos, no ejecutando todos mis mandamientos, é invalidando mi pacto”…es decir, el NO hacer lo que Dios manda o hacer algo que no está permitido por el pacto. En el versículo 16 Dios habla incluso de TERROR: “enviaré sobre vosotros terror” si no obedecemos. Este terror incluye hambruna, pandemias, plaga…Dios da la espalda a su pueblo. En el versículo 19 Dios dice “Y quebrantaré la soberbia de vuestra fortaleza”. Destrozará el orgullo de un pueblo soberbio pero ignorante, que rompe habitualmente las leyes de Dios y cometen atropellos constantes contra la libertad.
Guerras, pandemias, DISTURBIOS CALLEJEROS, destrucción de las carreteras de comercio (versículo 22), destrucción de la ciudad (versículo 31) — muy revelador “Y pondré vuestras ciudades en desierto, y asolaré vuestros santuarios, y no oleré la fragancia de vuestro suave perfume”. No habrá un rincón de santuario para ningún ser humano. En el versículo 33 Dios amenaza más aún: “á vosotros os esparciré por las gentes, y desenvainaré espada en pos de vosotros: y vuestra tierra estará asolada, y yermas vuestras ciudades.” La iglesia será MIXTA. No será ya nada que destaque, se parecerá como el mundo, todos iguales. Sin embargo, en el versículo 40 se dice “Y confesarán su iniquidad, y la iniquidad de sus padres, por su prevaricación con que prevaricaron contra mí: y también porque anduvieron conmigo en oposición,” ¿A quiénes habla Dios? ¿A los egipcios? ¿A los filistinos, o a los americanos, o a los ingleses? NO NO. Habla con la IGLESIA, con su pueblo electo. Si no quieres reformarte, Dios no hará distinción entre ti o cualquier otro enemigo. Será una calamidad. Si le retas a hacerlo, continuando en tu rebelión, serás destrozado y tu patria, tu iglesia, también. ¿Y cómo lo sabrán? Cuando lleguen las pestilencias, las pandemias.
En estos versículos, está claro que Dios habla de un pueblo que quiere hacer lo que le da la gana sin importarle sus leyes, sus mandamientos, sus estatutos, sus requerimientos. Quieren hacer lo que ellos piensan que deben hacer, se creen absolutamente soberanos y en control de sus destinos. Continuar en el pecado es retar a Dios a que te imponga su peor odio y castigo. Es una rebelión absolutamente peligrosa. Cualquier obstinación contra Dios es obviamente pecado y continuar en ella es señal de apostasía. Es el deber de un cristiano ODIAR el pecado, y amar lo que Dios ama. Todo el pecado debe ser odiado con un odio santo por todas las almas salvadas, perdonadas por estar arrepentidas. Los que aman el Señor odian el mal (Salmo 97:10: “Los que á Jehová amáis, aborreced el mal: Guarda él las almas de sus santos; De mano de los impíos los libra”.)
La gente malvada tolera el pecado, pero nunca lo odian. Hay una idea que circula mucho entre algunos cristianos que se llama la “recaída”. Una idea totalmente ajena a la Biblia, ya que Dios jamás ve a su pueblo elegido capaz de estar en un estado de CARNALIDAD y por supuesto tampoco hay “grados” de pecaminosidad. Eres una de dos cosas: o se es cristiano, o se es apóstata, según la Biblia. O eres cristiano, o estás recaído y las recaídas, y la carne, y la lujuria…todos es lo mismo. Solo hay dos tipos de personas: ovejas y cabras, rectos o malvados, honestos o mentirosos, violadores del pacto o los que respetan los pactos. Los “recaídos” no son gente que esté cayendo hacia el pecado o jugando con el pecado o tentando el pecado, no no, ESTÁN EN EL PECADO. Dios y, atención, SU IGLESIA, los considera apóstatas.
En segundo lugar, romper un pacto, si se hace desde una iglesia, es un acto de alta traición, uno de los sacrilegios más criminales contra lo que Dios considera su ley.
Vamos a dejar una cosa clara: es una gran cosa cuando Dios utiliza a sus enemigos para que cumplan su voluntad y tengamos una masa entera de jóvenes arrancando estatuas para deshacer las obras de los impíos que las erigieron, violando la ley de Dios que tenemos en los mandamientos. El destrozo de una estatua, su derribo, no es “borrar la historia” ni tampoco es un acto necesariamente antipatriota. Si no tienes ningún problema con el hecho de que la estatua de un malvado represente tu país, entonces realmente no amas la patria si crees que, por ejemplo, un esclavista anticristiano debe representarla. El derribo de las estatuas tiene precedentes históricos: la famosa estatua del Rey Jorge III fue derribada en Nueva York en el siglo XVIII por una mezcla de blancos, indios y negros americanos. En Irak cayó la estatua de Sadam Hussein y la de Stalin cayó. El muro de Berlin también cayó.
Jeremías 18:9-10 dice: “Y en un instante hablaré de la gente y del reino, para edificar y para plantar; Pero si hiciere lo malo delante de mis ojos, no oyendo mi voz, arrepentiréme del bien que había determinado hacerle.” Jeremías 9:9 dice: ” ¿No los tengo de visitar sobre estas cosas? dice Jehová. ¿De tal gente no se vengará mi alma?”
El Antiguo Testamento trata principalmente con las NACIONES y el Nuevo Testamento con los individuos. En estos textos, vemos cómo Dios trata a las naciones que viven como si estuvieran en el infierno. Dios no va a bendecir a ninguna nación que viva como EEUU y el resto de Occidente ha estado viviendo principalmente desde los últimos 70 años.
Los occidentales actuales han oido tanto la frase “Dios es amor” que no son capaces de imaginarse a un Dios vengativo. Sin embargo, en la Biblia, hay decenas y decenas de ejemplos de un Dios violento y vengativo castigando a los impíos. Deuteronomio 32:35,41 Salmo 58:10, 94:1, 99:8, 149:7, Isaías 34:8, 35: 4, 47:3, 59:17, 61:2, 63:4; Jeremías 11:20, 20:12, 46:10, 50:15 y 28, Romanos 3:5, Lucas 21:22, Hebreos 10:30, hay más pero LEE, LEE. Dios es REY de las naciones (Jeremías 10:7). En el Antiguo Testamento, tan válido como el Nuevo, hay ejemplos de sobra sobre cómo Dios trata a las naciones y las distintas razas. Nos dice cómo trata a Moab, Edom, Babilonia, Persia, Grecia, Roma, Egipto e Israel. América es una nación. ¿Qué hará Dios con ella?
En Isaías 40:15, el Señor dice las naciones son como la gota de agua que cae de un cubo. En el mismo capítulo, versículo 17 dice que son nada. “Para Él cuentan menos que nada”. Así pues, Dios piensa que tu país, cualquiera que sea, no alcanza ni cero. De hecho, es negativo — “es menos que nada”.
Toda la historia es fija y cierta. La Biblia la divide entre épocas. En la teología, esto se conoce como las dispensaciones. Una cosa muy importante a notar en todo esto es que toda dispensación acaba en lo mismo: apostasía y degeneración. Es decir, la ley del colapso humano. Ninguna civilización continúa su crecimiento. Todas alcanzan un punto álgido de esplendor y luego caen estrepitosamente. EEUU no es una excepción para Dios en sus dispensaciones.
Israel acaba en Egipto como esclavos. Se les libera y pasan 40 años en el desierto. Dios les da tierra y los judíos rezan a ídolos. Dios les da jueces y reyes y esos reyes los conducen a la rebelión y a la apostasía. Por eso el Señor entonces les manda los asirios y a Nabucodonosor para esclavizarles. El Nuevo Testamento no es diferente: Dios manda a su hijo y los judíos lo crucifican. Los judíos rechazan el libro de Hechos que Dios les envía y se dedican a perseguir a los pastores. Hemos avanzado en tecnología y esplendor, pero los cristianos actualmente son descafeinados, blanditos, tibios si acaso. Se acerca el periodo del fin de esta civilización.
Ninguna de las estatuas derribadas podía sostenerse en un país tan apóstata, pecador, depravado, consumista, mentiroso, corrupto, infecto (en todos los sentidos), inmoral, vicioso, reprobado, depravado…como son las naciones occidentales actuales.
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(cuelgo aquí la transcripción próximamente en la que hablo sobre Cromwell y Owen, entre otras cosas).