Revista Opinión
El pasado 22 de mayo, las urnas decidieron que Extremadura tuviera por primera vez en su historia un gobierno azul, del PP. La semana pasada, el ex presidente socialista, Guillermo Fernández Vara empezó a azotar al ejecutivo popular de José Antonio Monago denunciando numerosos casos de enchufismo dentro de la administración autonómica. Un debate diabólico que ha abierto la caja de Pandora de los reproches. De todos es sabido el clientelismo que existió durante los 28 años de gobierno socialista. El único objetivo es enrarecer un ambiente en vistas a las elecciones del 20N. Movilizar a las bases y demonizar al rival. Pero el perdedor de este cruce de acusaciones no será ni el PP ni el PSOE, que se justifican en la coletilla infantil “y tú más”, sino el pueblo extremeño. Sus políticos en vez de trabajar, por ejemplo en el Plan de empleo regional y en los Presupuestos del próximo ejercicio, derrochan su energía analizando las hemerotecas buscando a los parientes de X. Aunque el enchufismo en los cargos públicos no es algo baladí. Sin embargo, hay que diferenciar lo que son los cargos de libre designación, como los chóferes y los cargos que requieren un conocimiento específico. A mi juicio me parece normal que el presidente de la Asamblea tenga como chófer a una persona que cumple con sus funciones con la que pueda charlar sobre cualquier tema y evadirse de la burbuja política. Lo que sí es más cuestionable es que se designe a familiares para los puestos en las distintas direcciones de instituciones públicas. Los méritos y las capacidades técnicas y de gestión, los funcionarios de carrera deberían ocupar esos puestos.Parece que ya se les ha olvidado los propósitos por los que hay que luchar - el paro, y la creación de empleo (los últimos datos indican que hay 125.000 parados, el peor dato desde 1996)- que tantas veces repitieron en los eslóganes electorales. Y solo hace 100 días del nuevo gobierno… y de la nueva oposición.