La organización del calendario Inca estuvo vinculada al régimen agrario que practicaron, y, en ello, influyó notablemente la observación de los movimientos del Sol, la Luna y las estrellas. Al año llamado huata, lo dividieron en 12 meses lunares de 28 días cada uno y los restantes los dedicaron para sus grandes fiestas de carácter religioso. Determinaron, casi con exactitud, la llegada de las estaciones (equinoccios y solsticios) y construyeron los llamados relojes solares e intihuatanas, como los que se observan en Macchupicchu y en Pisac.
Con seguridad no se sabe cuándo comenzaba el año para los incas, pero al estar por las reformas impuestas por Pachacútec, parece que lo iniciaban en el mes de diciembre. Los nombres de los meses estuvieron en relación al desarrollo agrícola y fueron:
- Cápac Raymi Diciembre
- Uchuc Pacoy Enero
- Hatun Pacoy Febrero
- Paucar Huaray Marzo
- Ayri Huay Abril
- Aymuray Mayo
- Inti Raymi Junio
- Anta Situa Julio
- Capac Situa Agosto
- Uma Raymi Setiembre
- Coya Raymi Octubre
- Aya Marca Noviembre
Principales fiestas
Si bien es cierto que el pueblo inca fue eminentemente agrícola, y a estas faenas dedicaron la mayor parte de su tiempo, sin embargo, hubo períodos de descanso que los dedicaron a rendir culto y homenaje a sus dioses y a los seres a los cuales ellos creían superiores y, como tal, sujetos a veneración. Estos períodos estuvieron representados por las fiestas, entre las que se cuentan:
El Inti Raymi
Fue la principal festividad del incanato,,se le llamó, también, la Pascua del Sol. Se celebraba en el mes de Junio, coincidiendo con el solsticio de Invierno. Desde tres días antes de la fecha determinada por el Inca, los fieles cusqueños guardaban riguroso ayuno, la ciudad permanecía en la penumbra y se Prohibía encender fuego hasta que llegase la salida del Sol. Tan pronto esto sucedía, el pueblo se congregaba en la plaza o Aukaypata, formando una enorme muchedumbre. Luego aparecía el Inca precedido por una corte de nobles ricamente ataviados, y apenas los primeros rayos de luz solar se derramaban entre las faldas de los cerros e iluminaban la ciudad, un clamor se elevaba de aquella multitud enfervorizada, mientras que los tambores de miles y miles de guerreros atronaban el espacio en señal de veneración y de respeto. En este instante supremo, el Inca bebía en una copa de oro, el licor sagrado o chicha, especialmente elaborada por las acllas, en honor del Astro Rey, luego la vertía en un canal, dando así la señal para que el pueblo empezara a libar en grandes cantidades.
Era, pues, una fiesta de gracias por las cosechas recolectadas, ya que en el mes de Junio las plantas han fructificado y el grano ha sido recogido. En esta misma ceremonia el Willaj-Umu sacrificaba una llama y hacía vaticinios sobre el futuro agrícola y de la grandeza imperial.
El Cápac Raymi
Era la fiesta con que se iniciaban las labores agrícolas y coincidían con el solsticio de verano. El Inca daba el ejemplo arando con una taklla de oro en su Palacio de Colcampata, luego lo hacía la nobleza. Esta fiesta, que por lo general duraba un mes, y en ella se sacrificaban, también, gran número de llamas para augurar un buen tiempo, de la misma forma que se iniciaban las competencias del huarachico, después de lo cual los jóvenes adquirían la categoría de runas o ciudadanos.
El Cápac Situa
Que se efectuaba en el mes de agosto y que se le denominaba, también, como la Fiesta de la Purificación, destinada a ahuyentar a los espíritus malignos, gérmenes y a las enfermedades. Para esta ocasión, y en presencia del Willaj-Umu, se concentraban cientos de guerreros en la plaza de la ciudad imperial, y, a la salida del Sol, partían en veloz carrera en dirección Este y Oeste hasta encontrar el primer río, donde se bañaban y lavaban sus armas para, así, despojarse de todas las impurezas que deberían ir a perderse en el mar.
Por las noches los guerreros quemaban grandes cantidades de heno al que llamaban pancurca; esto lo hacían con la finalidad de ahuyentar a las tinieblas, luego las cenizas, eran arrojadas a los ríos. Por su parte, los pobladores lavaban los rincones de sus casas y sus puertas en su afán, supersticioso, de arrojar a los malos espíritus portadores de enfermedades y de otras crisis.
El Aymoray
Fue la fiesta destinada a rendir homenaje al maiz o grano sagrado, del cual hacían abundante bebida que consagraban para venerar a sus dioses y para beber en las grandes festividades. Se realizó durante el mes de mayo.