Texto: Carmen Miranda. Ilustración: Belén Ruiz
La caléndula es originaria del sur de Europa y de Oriente próximo; sin embargo, debido a su enorme capacidad de propagación, se ha asilvestrado y crece de forma espontánea en gran número de zonas templadas y cálidas alrededor del mundo.
El nombre de caléndula deriva de las calendas en latín, que estaba asignado al primer día del mes.
Es una planta muy resistente y florece prácticamente todos los meses del año, desde los más calurosos veranos hasta en los inviernos más duros.
Los romanos la denominaban Solsequium (que sigue al sol) ya que, al igual que el girasol, las flores de caléndula se abren con el sol y siguen su trayecto a lo largo del día.
Es una planta conocida desde la antigüedad; en 1578, el botánico Dodoens escribía: “Tiene flores agradables, de color amarillo brillante, las cuales se cierran a la caída del sol, y de nuevo se abren al alba”.
VIRTUDES MEDICINALES
Esta planta tiene una variedad muy extensa de virtudes medicinales ya que, según las preparaciones que se hagan, pueden ayudar tanto de manera interna como externa en el organismo de personas y animales.
Funciones:
- antibacteriana
- antiséptica
- antiinflamatoria.
Modo de uso:
Por vía externa, se utilizan especialmente la cocción de las flores en aceite, ya sea aceite de oliva, de almendras, de rosa mosqueta, etc., y la infusión de la flor. La cocción del aceite se puede mezclar con cera virgen de abejas y se crea una crema o pomada que se puede untar con mayor facilidad y permanecer en la piel durante más tiempo.
Ya sea el aceite, infusión o crema, se puede aplicar en eccemas, quemaduras, irritaciones simples, rozaduras, heridas (como cicatrizante), dermatosis, ulceras de piel, irritaciones vaginales, eccemas del pañal… Es decir, cualquier problema en el que la piel se vea afectada.