Según los científicos, la concentración de carbono en la atmósfera, que ha oscilado en los últimos 650.000 años entre 180 y 300 partes por millón (ppm), ha pasado de 280 ppm al principio de la era industrial a 400 ppm en 2013.
Lo mismo se puede decir de las concentraciones de otros gases de efecto invernadero (GEI), como el metano y el óxido nitroso, responsables del calentamiento global de la Tierra.
En la Conferencia sobre Cambio Climático (COP15) celebrada en Copenhague en 2009, la Unión Europea propuso que las emisiones mundiales de CO2 no superaran los 450 ppm en 2050 con la esperanza que la temperatura del Planeta no aumentara más de 2º C. Aún así este aumento de temperatura tendría consecuencias bastante negativas para los ecosistemas y la vida.
Esta propuesta europea no fue atendida y se ha seguido consumiendo combustibles fósiles a un ritmo desmesurado lo que ha provocado que los niveles de CO2 en la atmósfera se hayan disparado más allá de las previsiones de los modelos. Es probable que el aumento de temperatura para finales de siglo esté cercano a los 4,5º C. De ser cierto, toda una catástrofe.
El calentamiento global tiene de apocalíptico que puede alterar radicalmente el ciclo hidrológico del Planeta. Los diversos ecosistemas de la Tierra han evolucionado a lo largo de las épocas en relación directa con las pautas de precipitación.
Cada aumento de 1º C de la temperatura supone un aumento del 7% en la capacidad de la atmósfera para absorber vapor de agua. Esto provoca un cambio drástico en la distribución del agua que se traduce en precipitaciones más intensa pero con menor frecuencia y duración, cuyos efectos seguro que has empezado a apreciar en los últimos años.
Tenemos inviernos más crudos, primaveras con violentas tempestades e inundaciones, veranos con sequías prolongadas, incendios, huracanes, más hielo y nieve que se derrite en las montañas y una elevación constante del nivel del mar
Los ecosistemas de nuestro Planeta no se pueden readaptar cambios de esta índole que afectan al ciclo hidrológico en tan poco tiempo, lo que les lleva a sufrir un estrés cada vez más intenso hasta el punto que algunos ya se encuentran al borde del colapso.
La desestabilización de la dinámica de los ecosistemas dirige a la Biosfera camino de la sexta extinción masiva. En las extinciones anteriores, el clima terrestre llegó a un punto de inflexión que puso a los ecosistemas en un bucle de retroalimentación positiva que acabó rápidamente con gran parte de la vida del Planeta y cuya recuperación requirió de millones de años.
Los estudiosos del tema nos advierten que la mitad de las especies podrían extinguirse a finales de este siglo
Si no reducimos drásticamente las emisiones que provocan el calentamiento global hasta unos niveles de 350 ppm, lo más probable es que nos sea imposible abastecernos de alimentos en los próximos siglos.
Pero las consecuencias no solo vendrán de lo relacionado con la alimentación (agricultura, ganadería y pesca), sino que también estarán relacionadas con cuestiones tan críticas como son las infraestructuras energéticas, de transporte, hídricas y sanitarias.
Pues si queremos evitar un futuro tan incierto y desolador tenemos que apresurarnos en desarrollar las posibilidades que tenemos ahora a nuestro alcance, como individuos y como colectivo, para evitar o paliar los efectos del calentamiento global y del cambio climático.
Exijamos a políticos, dirigentes, empresas, organismos públicos acciones concretas para reducir las emisiones de gases a la atmósfera, y hagamos a título personal lo necesario para parar a este quinto jinete del Apocalipsis.
¡Si lo piensas, llegarás a la conclusión de que podemos hacer mucho!
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