"No soy nada." Guy Roland es un detective privado que un día olvidó quién era. Un hombre que, tras cerrar la agencia en la que trabajaba, decide recorrer las calles del París de post-guerra en busca de su identidad.
Con esta historia, Patrick Modiano se alzó con el Premio Goncourt de Novela en el año 1978 y, aunque ha tardado varios años en llegar a nuestro país como "Calle de las Tiendas Oscuras" (anteriormente llamada "La calle de las Bodegas Oscuras", no le pesan sus más de 30 años de existencia.
¿Y por qué leerla? Porque es posible escribir una novela negra sin que haya cadáver desplomado sobre un escenario repleto de pistas, ni un arma del crimen que nadie ve aunque siempre está visible.
El cadáver de Modiano es el del propio Roland, o más bien el del hombre que un día fue. Su escenario, una ciudad ocupada por los nazis, y su arma del crimen, un suceso desconocido que provocó una amnesia que parecía irreversible.
Y así, sintiendo que vamos siguiendo los pasos de una investigación criminal, acompañamos al amnésico en su camino hacia el pasado, topándonos con uno de los talones de Aquiles de la memoria: su fragilidad.
La capacidad de crear una historia ficticia a partir de un dato que nos dicen que es cierto, siendo capaces de asegurar 100% que hemos vivido ese momento. Es más, que hasta lo seguimos sintiendo. Y es que, ¿quién hemos sido realmente después de todo? ¿Alguien lo sabe a ciencia cierta?
Traducción: María Teresa Gallego Urrutia
