Anselmo de Andrade. Viagem na Espanha (1923)
Revista España
Las calles son estrechísimas. Ninguna otra ciudad morisca las tiene tan estrechas. Algunas tienen apenas un metro de anchura. Otras, las que se pueden llamar bulevares de Toledo, pasa un carro pero no queda espacio para más. Las costumbres eran también otras. En sus mejores tiempos, no circulaban por estas calles ni carros ni carruajes. Los transportes de mercancías se hacía acuestas y los ricos, cuando no andaban a pie, eran conducidos en literas. Las casas, que son en general muy altas, dan a esas calles estrechas un aspecto de zaguanes donde el silencio reina casi siempre, pero donde también el más pequeño ruido, multiplicado por los ecos, parece un estampido enorme. El resto está en proporción con las calles. Las puertas parecen ventanas, y las ventanas, grietas o saeteras. Todo ello, sin embargo, exhuberantemente ornamentado de bajorelieves, arabescos, escudos, emblemas y variadas inscripciones.