Revista España
Las
calles de Toledo son estrechísimas; se puede dar la mano de una a
otra ventana, y es empresa sencilla saltar de balcón a balcón, aun
cuando las hermosas rejas y los magníficos barrotes de esa rica
forja, tan abundante al otro lado de los Pirineos, puede impedir toda
clase de familiaridades aéreas. Estas angosturas harían protestar
indignados a los ultracivilizados, que sueñan con amplias