Los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996 fueron el pináculo de la carrera de la mejor camada de la historia de las Águilas Verdes. Tras el oro conseguido en la final ante Argentina, lesiones, enfermedades y accidentes truncaron el promisorio futuro de una generación que deslumbraba con su desfachatez.
La historia de este talentoso grupo de futbolistas arranca en 1993, cuando seis de los futbolistas que luego saldrían campeones en Estados Unidos se quedaron con el Mundial Sub 17 disputado en Japón. Allí, Mobi Oparaku, Celestine Babayaro, Nwankwo Kanu, Wilson Oruma y Ibrahim Babangida y Emmanuel Babayaro –arquero, hermano mayor de Celestine- aplastaron a sus rivales y se erigieron como justos vencedores.
En el debut, los dirigidos por Fanny Ikhayere Amun se despacharon con un contundente 8-0 frente a Canadá y se ganaron con justicia el mote de candidatos al título. En ese encuentro, Kanu se anotó tres veces en el marcador, Babangida y Peter Anosike dos y Festus Odini fue el autor del gol restante.
En el segundo partido de la fase de grupos llegó la Argentina liderada por Burtovoy, Leo Biagini y Federico Domínguez, que nada pudo hacer ante la potencia física y la propuesta ultraofensiva de los nigerianos, que se impusieron por 4 a 0 –Oruma (2), Anosike y Kanu-.Lo de las Águilas Verdes ya era cosa seria. Tras coronar su pase a cuartos de final con un 2-0 contra Australia –Kanu y Oruma hicieron los goles-, dejaron en el camino a Japón tras ganarle 2 a 1 –Oruma y Odini- y meterse, de este modo, en semifinales, donde superaron por el mismo resultado a Polonia, con tantos de Oruma y Anosike.
La final fue contra otro equipo del continente negro, Ghana. Allí, volvieron a aparecer dos abonados al gol, Oruma y Anosike, para ganar 2-1 y darle el título a los de verde. El ritmo de los nigerianos era frenético. Gracias a su estado atlético, los rivales no podían seguirles el ritmo. Jugaban lindo, apostaban todo al ataque y no eran partidarios del juego brusco –recibieron nada más que dos amarillas en los seis partidos jugados-.
En Atlanta ’96, las Águilas Verdes pasaron a cuartos de final gracias a la diferencia de gol después de derrotar 1 a 0 a Hungría y 2 a 0 a Japón y de caer 1 a 0 ante el poderoso Brasil de Ronaldo, Bebeto, Roberto Carlos y Rivaldo.En cuartos, los africanos, dirigidos por el holandés Johannes Bonfrere, eliminaron a México con un 2 a 0. Reforzados con Amunike, Okocha, Amokachi, Taribo West, Ikpeba y Oliseh, los campeones de Japón ’93 con la Sub 17 alcanzaron la segunda final en tres años, tras ganar un partido épico frente a Brasil.
El scratch iba ganando 3 a 1 hasta los 33 minutos de la segunda etapa, cuando Víctor Ikpeba clavo un potente disparo de larga distancia para dejar abierta una luz de esperanza. Cuando el partido se moría, Kanu estampó la igualdad luego de empujar a la red la pelota tras una serie de rebotes y el partido fue a tiempo suplementario, donde el lungo delantero nigeriano volvió a anotarse en el marcador para sentenciar el pase a la final.
En la final esperaba Argentina, en otro partido que fue para el infarto. La historia es conocida: el juego iba empatado en dos y la final iba a tiempo extra, pero, tras un error de cálculo de la defensa albiceleste –quisieron tirar el offside y salió mal-, Amunike le dio el gol del título a las Águilas Verdes. Era el segundo título en tres años y, por primera vez en la historia, la medalla dorada de los Juegos Olímpicos se iba para otro continente que no era ni Europa ni Sudamérica. Todo parecía indicar que estos jóvenes nigerianos darían que hablar en Francia ’98, pero el destino no lo quiso así.El plantel ganador del oro olímpico se vio diezmado por problemas de salud, lesiones y accidentes. Kanu sufrió un problema del corazón que malogró su carrera. El arquero Joseph Dosu sufrió un accidente automovilístico que casi lo deja en silla de ruedas y dejó el fútbol a los 23 años.
En septiembre de 1997, Amunike sufrió una lesión de rodilla de la que nunca se recuperaría completamente, que le costó pasar más de diez veces por el quirófano y le impidió estar en Francia. A Amokachi también las rodillas le pasaron factura y terminó jugando en el ascenso de la liga de Emiratos Árabes.
Babangida estaba brillando en el Ajax, pero en un viaje a su país natal contrajo malaria y su carrera se arruinó. Oparaku, tras ser titular en los Juegos Olímpicos, recaló en una liga amateur estadounidense y terminó jugando en la segunda división jamaiquina. Y, por último, Emmanuel Babayaro colgó los guantes en 1998 para dedicarse a realizar producciones cinematográficas.Oliseh, Okocha, Celestine Babayaro, Okechukwu, Ikpeba y Oruma fueron los únicos referentes de los JJOO que terminaron completando exitosas carreras. El resto de la camada dorada del fútbol nigeriano vio truncado el sueño de llevar la primera Copa del Mundo al continente negro.