Cambio de proveedor ADSL: Una Labor Titánica
Por Jmbigas
@jmbigas
Los que tenéis la amabilidad de seguir mis escritos con cierta asiduidad, habréis observado (con curiosidad o quizá hasta envidia), que estos últimos días no he publicado nada nuevo. Quizá hayáis intuido que me había tomado este puente/acueducto de vacaciones. Pero nada más lejos de la realidad.
La verdad es que he estado (hasta pasadas las tres de la madrugada del lunes), tratando de recuperar la estabilidad tras el cambio de proveedor de ADSL en mi casa.
Rodeado de una maraña de cables, el router de mi
nuevo ADSL.
(JMBigas, Mayo 2012)
Durante muchos años, mi proveedor de ADSL ha sido ya.com, que siempre me ha dado un servicio excelente, estable, sin interrupciones extemporáneas, y a un precio conveniente y permanentemente adaptado a las condiciones del mercado.
Desde Enero de 2010 me estaban dando una velocidad del orden de los 3Mbps, que es suficiente (desde mi punto de vista) para todas las tareas habituales, incluyendo la visualización (sin interrupciones) de vídeos en tiempo real.
Pero el pasado mes de Enero el servicio sufrió un descenso significativo de velocidad. Tras diversas averiguaciones, pude constatar que mi router estaba sincronizando habitualmente bastante por debajo de 1Mbps (en general, unos 700Kbps). Reporté el problema, que analizó su servicio técnico, pero me manifestaron que técnicamente no eran capaces de darme una velocidad mayor (dada la distancia desde mi casa a la central telefónica, al deterioro de la infraestructura, las instalaciones existentes, bla, bla, bla). Me degradaron el contrato de forma acorde a la nueva realidad (entre otras cosas, una bajada en el precio).
Pero 1Mbps, en estos tiempos, es una velocidad que se manifiesta insuficiente para muchas de las cosas a las que ya nos hemos acostumbrado. Yo tenía claro que debía buscar una solución alternativa. Tenía con ellos un compromiso de permanencia (a cambio de un bono gratuito de llamadas a móviles) hasta casi finales de este año. Negocié para que me levantaran ese compromiso, dado que ellos estaban incumpliendo con los niveles de velocidad pactados, y recibí un correo (el 6 de Marzo) en el que, efectivamente, me relevaban de ese compromiso, y yo recuperaba mi completa libertad como consumidor.
Tras esa fecha, no hice ningún movimiento proactivo especial. Pero el 19 de Abril recibí una de esas llamadas rutinarias de telemarketing prospectivo (agresivo) de Movistar proponiendo el ADSL hasta 10Mbps, etc. etc. Les conté con claridad mi problema, y que si aceptaba cambiarme era solamente por tener la garantía de un servicio de, al menos, 3Mbps, algo que mi proveedor habitual había manifestado la incapacidad de proporcionarme. Me garantizaron que podría tener un sincronismo entre 3 y 6 Mbps, con seguridad.
Manifestando mi predisposición al cambio, tuve que aceptar (en el plazo de media hora) hasta tres llamadas suyas (que siempre dicen que graban; yo también las grabé con mi Blackberry, por si acaso) para formalizar los diversos aspectos de la contratación. Me dijeron que en el plazo de 15 a 20 días recibiría el nuevo Router Wifi y se pondrían en contacto conmigo. Paralelamente, por el hecho de tener mi telefonía móvil también contratada con ellos, el precio global que deberé pagar a partir de ahora me resultará ligeramente más favorable. Lo que siempre ayuda.
Cinco días después (el martes 24 de Abril), recibí una llamada de mi proveedor (ya.com), que manifestó haber recibido una petición de portabilidad, y se interesaba por los motivos que me impulsaban al cambio. Le conté toda la historia al chico (muy amable, nativo; de aquí quiero decir) y creo que acabó entendiendo que yo ya no estaba en situación de revisar mi decisión si ellos no podían comprometerse a lo que su Servicio Técnico ya había renunciado, en términos de velocidad de la conexión ADSL. Sin mucho convencimiento, intentó, sin embargo, ofrecerme un nuevo router más avanzado, etc. pero no estaba en condiciones de garantizarme una mayor velocidad de la conexión. Quedamos como amigos (a falta de que no intenten pasarme ahora cargos inadecuados, claro).
Sólo tres días después, el viernes 27 de Abril, me llamaron de Movistar a las 11.30 de la mañana, para concertar una cita en mi casa, a la que asistiría un técnico suyo que traería el nuevo router y me dejaría todo correctamente instalado. Bueno, una novedad para mí. En los bastantes años de relación con ya.com, nunca un técnico suyo estuvo en mi casa, pues hasta el router me lo enviaron por mensajería.
Concretamos una cita para la tarde del viernes, de 4 a 5. Cuando volví a casa (en torno a las tres y media de la tarde), el ADSL de ya.com ya estaba inactivo, y me recibió el router con una sugerente luz roja.
En torno a las cinco menos diez, llamó el técnico al telefonillo del portal.
El técnico, que me pareció perfectamente capacitado y muy profesional, traía el nuevo router WiFi (blanco, el AMPER Xavi 7968+, con marca Movistar) en una caja. Procedió a la sustitución del router que yo tenía por el nuevo, realizó todas las conexiones, y procedió a probar la nueva conexión.
En las pruebas, detectó que la atenuación de mi línea era muy elevada, así como el ruido. Se interesó por todas las tomas telefónicas de mi casa. En la del salón, aparte de un teléfono de diseño, está conectada la alarma del piso, así como el decodificador de satélite. Verificó que esa era, seguramente, la fuente de ruido y tomó la decisión de aislar la toma del ADSL de las demás tomas telefónicas de mi casa. Para ello, tuvo que acceder al PTR (el punto de entrada de la telefonía a mi piso). El PTR resultó ser una cajita empotrada, cubierta por una cubierta atornillada, y perfectamente pintada encima, en el recibidor.
Con exquisito cuidado, para evitar al máximo cualquier desperfecto en la pintura, desatornilló la cubierta y vio qué dispositivo estaba en su interior. Le pareció correcto pero, para aislar las tomas, debía sustituirlo por otro pirulo que bajó a buscar en su vehículo.
El nuevo dispositivo (discriminador, o algo así) es sensiblemente más grande que el original. Y, por supuesto, no cabe en el interior de la cajita empotrada de reducidas dimensiones. Pero tras realizar las conexiones y verificar el funcionamiento del conjunto, consiguió que el nuevo router sincronizase sin problemas y con la máxima calidad, en el entorno de los 3,7Mbps.
Me quedan todavía unos cables sueltos en el recibidor, y tendré que hacer un par de taladros, para colgar el nuevo dispositivo junto a la tapa de la cajita empotrada original. En fin, no todo se puede tener previsto para toda la eternidad.
En menos de media hora realizó todas estas labores, que terminaron con una pequeña encuesta telefónica, para verificar mi conformidad con el técnico y su trabajo.
Antes de despedirnos, efusivamente, el técnico me informó, por imperativo legal, de que Movistar tiene instalada en mi edificio una centralita muy potente que permite dar servicio de VDSL (una tecnología avanzada de comunicación sobre dobles pares de cobre) a velocidades de hasta 30Mbps, por si pudiera resultar de mi interés en el futuro.
Hasta aquí, la verdad, la operación fue todo un éxito (con la salvedad, quizá, de los taladros que me quedan por hacer). Había cambiado de proveedor en solamente ocho días, desde que inicié los trámites.
Pero me quedaba ahora la limpieza de los flecos que deja tras de sí una operación de este tipo. Di de alta una cuenta de correo electrónico (en el dominio @movistar.es) sin problemas (con capacidad del buzón de 1GB), y verifiqué que el funcionamiento de la conexión ADSL era perfecto, algo por encima de esos 3Mbps que marcaban la frontera de lo aceptable con lo que (ya) no lo es.
Aunque ya había anticipado que podría tener que realizar algunos ajustes en el tema del correo electrónico, a las nueve de la noche sucedió. La cuenta de correo que más había venido utilizando para todos los propósitos en los últimos años (en el dominio @ya.com) se quedó inactiva para siempre jamás. Dejaron de fluir las docenas de mensajes entrantes de todos los días (la mayoría deseados, aunque no necesariamente esperados o útiles).
Un sudor frío me inundó la médula. Informar a mis corresponsales de la extinción de esa dirección no era un problema, ya que esa cuenta la he utilizado muy poco para las relaciones personales con familiares y amigos. Pero la gran mayoría de mis relaciones con el mundo virtual de Internet, del comercio electrónico, de las compras, de los billetes de avión o ferrocarril, de las reservas de hoteles, de las suscripciones de todas clases, todas, o prácticamente todas, las había realizado a través de esa cuenta de correo. Craso error (del que ahora, muy tarde ya, me daba cuenta), porque los proveedores de ADSL vienen y se van, pero las necesidades, las relaciones y las cuentas de correo deben permanecer.
El propio viernes por la noche inicié la titánica labor de cambiar esa cuenta de correo (ahora ya desactivada) por otra que yo pudiera controlar y que ya no estuviera ligada al proveedor (temporal) de ADSL. Para eso empecé por ajustar mis cuentas con los proveedores globales (@gmail, @hotmail, @yahoo,...). Y a reconfigurar mis clientes de correo, tanto el Mozilla Thunderbird en el PC, como los servicios de correo asociados con la Blackberry.
Y luego ya empecé la labor repetitiva, aburrida, pero inevitable, de conectarme, una por una, con todas las páginas web con quien he tenido alguna relación en los últimos cuatro o cinco años (relación que quiero seguir manteniendo), para sustituir la cuenta de correo de @ya.com por otra.
Esa labor conviene realizarla en el menor plazo posible. Una web que recibe error al intentar enviar un correo, es fácil que decida cancelar de modo inmediato la cuenta asociada.
Afortunadamente, tenía bastante bien organizada la información sobre nombres de usuario y contraseñas y esas cosas, en infinidad de ficheros de texto en un directorio conocido. Lo que, por cierto, seguro que no siempre es el caso.
Chocas a continuación con la realidad de que cada página web tiene su propia forma, habitualmente bastante abstrusa, para realizar esta labor. En algunas, las que utilizan directamente la dirección de correo electrónico como identificador del usuario, es simplemente imposible. En estos casos, la única solución es crear una nueva cuenta desde cero, y dejar que la anterior se sumerja en un limbo cibernético. Porque tampoco se puede cancelar, ya que habitualmente habría un mensaje de confirmación, dirigido a una cuenta de correo que ya está muerta.
Calculo que esta labor me ha costado, en total, no menos de unas veinte horas de ímprobo trabajo. Empecé por lo más evidente (Bancos y páginas webs con quienes mantengo relaciones de contenido financiero, como la de Loterías). Con la pasta, ni una broma.
Luego vinieron las docenas de páginas webs que tienen que ver con viajes (compañías aéreas, ferroviarias de varios países, cadenas de hoteles, webs genéricas de reservas). Tengo que planificar unos días de asueto de modo inmediato, y las necesito a todas en perfecto estado de revista.
A continuación lidié con todo el entramado de proveedores, en sentido amplio. Empezando por los más evidentes (las compañías que me suministran gas, agua, electricidad, telefonía,...) y siguiendo por aquellos a quienes he comprado algunas cosas por Internet en los últimos tiempos (desde las cápsulas del café hasta los libros en inglés o francés, pasando por mi proveedor de cartuchos de tinta compatibles, por el suministro de blocs de papel de alta gama o por el perfumista de Grasse). Terminando por las webs de los fabricantes de algunos aparatos que he venido comprando (la cámara fotográfica, ese disco externo, el teclado inalámbrico,...), y que tengo registrados ahí. A cambio, me informan periódicamente de sus novedades, ofertas y promociones.
Luego vinieron las publicaciones y medios de comunicación. Un puñado de periódicos (nacionales e internacionales) en los que tengo abierta una cuenta que me permite, por ejemplo, recibir diariamente sus titulares en el correo, o, eventualmente, comentar en su web alguna noticia. Y también algunas revistas.
Le tocó el turno a los clubes, redes y asociaciones de todo tipo. Desde las redes sociales generalistas (Facebook, Twitter, Linkedin, MySpace,...) hasta el Portal de Antiguos Alumnos o el de los Amigos de la Mili.
Más tarde tuve que lidiar con la infinidad de webs con oferta comercial y outlets de Internet, ya que me interesa seguir su oferta, por si en algún momento me proponen algún producto que me interese, a un precio conveniente o muy atractivo.
Y todavía quedó un capítulo final de Miscelánea, desde algunas plataformas de protesta ciudadana hasta algunas webs de juegos de ordenador, que visito de vez en cuando y donde alguna vez compro algún juego a descargar directamente.
Sólo este lunes, pasadas las tres de la mañana, conseguí terminar las actualizaciones que estimé como necesarias e imprescindibles. Y recuperar un entorno razonablemente estable. En total, visité (calculo) más de un centenar de webs de todo tipo. Descubrí que mi huella digital es todavía más extensa de lo que habitualmente creo. Alguna página, a la que hacía varios años que no me conectaba, me recordó sólo con darle mi usuario y contraseña, y me informó de que compré allí en 2009 una Breve Historia de la Argentina que tengo en alguna parte, aunque nunca he leído.
En fin, que estos últimos días he estado muy ocupado en intentar recuperar un entorno seguro, en que nada de lo que me interesa se me pueda escapar porque una dirección de correo esté ya desactivada.
Esta labor culmina una transición de proveedor ADSL que, por otra parte, ha sido absolutamente modélica.
Moraleja: no utilicéis una dirección de correo electrónico asociada a vuestro proveedor de ADSL para identificaros en una página web, más que en aquellos casos en que no os importe desaparecer de su radar cuando cambiéis de proveedor.
Ahora ya, de vuelta a la vida real.
JMBA
PD. Estaba terminando de escribir este artículo cuando me di cuenta de que el router había perdido la conexión a Internet. De mis penas con eso y de cómo se acabe desarrollando el nuevo servicio, os mantendré puntualmente informados.