Hace tiempo publiqué en mi página web un mensaje referente al uso de las redes sociales que causó revuelo; dio pie a numerosos comentarios de gente de todas las edades y condición social sobre este maravilloso fenómeno de comunicación, que gracias a la tecnología moderna vivimos las actuales generaciones.
Mi mensaje señalaba:
“Quiero decir algo que considero importante: lo básico, fundamental de las redes sociales es la correspondencia entre las personas que se relacionan entre sí, de suerte que si tú pones un “like” en los mensajes de la gente que te interesa, pero ellos nunca contestan a tus propios comunicados, quiere decir que no les importas. Mala señal. ¡Pero aguas con el concepto!, porque también puede suceder que la gente a la que te diriges no sabe cómo contestarte. Lo cierto es que en esta era de Internet estamos aprendiendo todos. Prudencia, tolerancia, también malicia, es lo que su amigo les recomienda”.
Esto motivó gran número de comentarios sobre la corresponsabilidad en las relaciones humanas, la utilidad de las redes, el buen y mal aprovechamiento de las mismas, la falta de pericia en su manejo (que frecuentemente se confunde con la falta de interés por los mensajes de amigos o contactos), la selección de amigos, el respeto a los demás, que nunca debe perderse, y otros aspectos.
Al ver tan amplia respuesta, que rebasó con mucho mi inquietud original sobre la correspondencia que debe existir en redes sociales, como en cualquier otra relación humana, sentí desde luego el cambio social tan importante que hoy vivimos y que ni idea tenemos en dónde pueda parar, porque es un fenómeno mundial en el que se mezclan infinidad de culturas para cuya comprensión quizás no estemos preparados.
Por principio de cuentas, y volviendo a mi preocupación inicial, he de insistir en que la correspondencia en redes sociales, como en cualquier otra relación humana a la que estemos habituados, debe prevalecer siempre, es decir, responder a cualquier mensaje que te envían, por lo menos con un “like” (para saber que estás enterado), mostrar siempre respeto y atención a los demás; si no estás de acuerdo con algo, exponer tus mejores argumentos y evitar obviamente cualquier insulto que sólo demerita a quien lo expresa.
En otras palabras, la comunicación en redes sociales no tiene por qué ser diferente a la que estamos habituados en la vida real. En este sentido, me parece absurdo, por no decir brutal, cobarde, que algunos expresen en las redes lo que no se atreven a decir cara a cara, en persona. En cuanto a valores éticos, la comunicación social es y ha sido la misma; la urbanidad y la educación no han cambiado, sólo cambió la técnica para expresar nuestras ideas.
Artículo publicado por la revista Portada de México en su edición de noviembre de 2016.