Cambios en los modelos de alojamiento turístico
Hace poco recogí un estudio de RocaSalvatella en el que reflejaba algunas de las tendencias que están cambiando el perfil del turismo. Una de ellas era el turismo Peer-to-Peer, es decir, el alojamiento fuera de las vías tradicionales (hoteles, alojamientos rurales, pensiones…). Me interesa esta tendencia porque creo que está reconociendo una corriente que vengo percibiendo hace tiempo, la commoditización del alojamiento tradicional y la búsqueda de alternativas que enriquezcan la experiencia del viaje. Desde mi modesta opinión los hoteles, fundamentalmente, están sufriendo un cambio hacia una estructura menos de servicio y más de beneficio, apostando por un modelo de gestión de economías de escala y mimetizando servicios independientemente del tipo de cliente al que se lo ofrezcan. En cierto modo es normal debido al tamaño y la estructura que están asumiendo, pero también les hace perder cierta personalidad e importancia a la hora de la elección del producto turístico.
Para un viajero la elección del alojamiento no es importante, y de hecho fundamentan su elección en muchos casos en el precio como factor decisivo, porque no esperan tener la experiencia en el hotel, sino en el destino enriquecido con la oferta complementaria y las relaciones que se puedan generar. Los hoteles han pasado de ser un valor a ser una necesidad.
Frente a esto hay nuevas formas de alojamiento con las que los viajeros quieren enriquecer su experiencia, alejarse del producto estandarizado y sentirse en la medida de lo posible más locales. Veamos por ejemplo el caso de Wimdu. Con alojamientos por todo el mundo Windu tiene ofertas realmente sorprendentes. Otras opciones con el compartir piso, el intercambio de casas, el modelo hostel o incluso el alojamiento gratuito, o casi, durmiendo en sofás. Como se ve las opciones son muchas y la imaginación grande.
Lo interesante de este tipo de alojamientos es que permiten desde el primer contacto entrar en el destino sin intermediarios. No se trata aquí de recibir una información estandarizada sobre el destino, sino una interpretación del mismo que nos puede hacer el dueño del alojamiento alquilado, sin duda no tan exacta, pero mucho más rica y personal.
Este tipo de alojamientos permite ampliar los espacios de experiencia no estandarizada, permite sumergirse de una manera más natural en el destino, muy posiblemente con unos servicios no tan amplios como en un hotel, pero con una visión distinta de la experiencia y el lugar. No se me entienda mal, no estoy diciendo que este tipo de alojamientos sean mejores que los hoteleros, de hecho es posible que haya algún tipo de público al que no le sea aconsejable (se me ocurre por ejemplo el viajero de negocios, que necesita unos servicios muy concretos que posiblemente aquí no se le pueda ofrecer), pero sí lo veo una alternativa muy interesante, sobre todo porque ofrece una visión distinta del destino y favorece otro tipo de experiencias y otra manera de acceder al lugar.
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