Revista Cine

Camilo Sesto - Algo de mí (1971)

Publicado el 04 julio 2013 por Burgomaestre
Esto que todo el rato parece que va a convertirse en un vals de esos que se pierden a lo lejos de la noche es una de las canciones más desgarradas, más desesperadas de quien acabará conviertiéndose en el Jesucristo Superestar español. Y como el Cristo solitario, el hombre que va a ser arrestado en medio de la nada, de la tierra, por unos legionarios de un César invicto, Camilo Sesto se retuerce, se convulsiona repitiendo: "quiero vivir, quiero vivir". Es la exclamación de quien ha descubierto demasiado joven que está condenado a muerte desde el primer día. Pero es su primer disco, su primera canción de éxito, y es también la España de 1971. La dictatura ya se ha convertido en un western crepuscular donde las serpientes de cascabel siguen haciendo sonar su sonajero a modo de despedida rencorosa, y de amenaza siniestra como siempre han hecho, como lo que siempre han sido. "Algo de mí se está muriendo", también repite Camilo Sesto en esta canción porque además sabe que ha venido a presentarse en público justo en el fin de una época... a la que va a pertenecer siempre, de la que no podrá escapar jamás. Cuando se dé por clausurado oficialmente el franquismo, Camilo Sesto será la retaguardia de la Transición, el recuerdo de algo de nosotros que se estaba muriendo, gracias  a Dios, y hoy, ya en pleno siglo XXI, continúan más que nunca en Camilo Sesto los restos descarnados, el hueso pelado y los jirones de piel vieja, los trozos de los músculos, de un franquismo que nunca fue bien enterrado y que por eso aún vaga entre nosotros. Camilo Sesto debuta manifestando una precisa conciencia del papel artístico, histórico, que le ha tocado. Es un muñeco del pasado que nos pone melancólicos de tiempos peores. Tiene la melancolía asustadiza del superviviente. Con sus gritos, con sus chillidos de adolescente al que van a safrificar los romanos, pretende ponernos la piel de gallina; pero, esclavo de la moda, víctima de una época, lo auténticamente suyo es la piel de melocotón.
Su frente ancha y despejada, como la de Pedro Osinaga, como un campo heráldico que simboliza esa nobleza que está por delante de la inteligencia, esa franqueza sin trampa ni cartón que tanto se celebraba desde la camaradería del falangismo. Su melena amazacotada, que más que peinada pafrece dibujada para una historieta de Lily, ese aspecto de que le peina su hermana peluquera y que convierte el hippismo, el pelo largo de quien quiere cambiar el mundo, en el pelo largo de quien desea que el mundo no cambie, de quien suspira por vivir en un mundo que no va a ser suyo, pero que está condenado a llevarlo representado en el rostro. Y su corbata ancha, que es el equivalente triste de la sonrisa ancha de Víctor Jara. Así es Camilo Sesto. Un chiquillo que compone, que escribe "Algo de mí", y le sale una sarta de tópicos que enmascaran una verdad terrible, que contienen una intuición tremenda. A Camilo Sesto le bastan dos frases, pero necesita muchas más para llenar la canción y tira de veta. En el año en que sale este disco, parece que Camilo Sesto quiera ser una respuesta edulcorada, de pastelería de barrio, al éxito de Nino Bravo. Pero lo que en realidad se esconde tras Camilo Sesto es un imitador de Joan Manuel Serrat, y que en esta canción es capaz de decir "tu nombre se vuelve hiedra" como antes el cantautor barcelonés había dicho "tu nombre me sabe a hierba". Aun así no cae en la parodia, no se ridiculiza, pues en Camilo Sesto también existe una verdad terrible, hay también un Mediterráneo, el que baña las costas de Marina d'Or.


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