Revista Bolsa

¿Caminamos hacia el fin del dinero en efectivo?

Publicado el 30 abril 2015 por Monedarota @Monedarota

Recuerdo que en mis primeros días por Madrid unas de las cosas que más me impactó fue que en una discoteca un tipo pagase una copa con tarjeta. Doce euros. Vale, sí, el postureo ya estaba de moda. Todo eso está muy bien. Pero para un chico como yo, acostumbrado al calimocho de calle y al garrafón costeado con billetes de cinco euros, el hecho era totalmente novedoso.

Esta simple anécdota puede convertirse en tendencia general. Algunos economistas, como el mediático Kenneth Rogoff, tomaron partido hace años en favor de la eliminación del dinero en efectivo. Sustituir el dinero en efectivo por el dinero electrónico, partía en su tesis, acabaría con la evasión fiscal y con muchas actividades ilegales. Recientemente, Willen Buiter, economista jefe de Citigroup, se mostró partidario de la teoría de Rogoff. Eso sí, menos drástico, propone la eliminación de todos los billetes menos del de cinco euros. La calderilla no desaparecería de nuestros bolsillos pero para comprar el último Iphone deberíamos llevar encima 140 billetes. La dificultad de adaptar el bolsillo de la camisa para tales fines y la posiblemente negativa del vendedor a aceptar la operación haría que dichas operaciones estuviesen totalmente desincentivadas.

El debate no es ni mucho menos nuevo y siempre ha estado ligado al tema de la economía sumergida. Desde el inicio de la crisis no son pocas las voces que desde dentro de la moneda única piden la retirada de los billetes de 500 euros. Que en España viviésemos una severa burbuja inmobiliaria, siendo los reyes en el uso de los billetes morados, mientras el nivel de economía sumergida se situaba por encima de la media de los países de nuestro entorno…no puede ser casualidad.

La eliminación del dinero en efectivo tiene sus pros y sus contras. Los partidarios sientan sus argumentos sobre el efecto reducción que traería dicha medida sobre el dinero negro. Como señala la Agencia Británica de Crimen Organizadoel 90% de todos los billetes de 500 euros está en manos del crimen organizado” y, por lo que estamos percibiendo en los últimos tiempos en España, la sombra que cobija al dinero B es bastante alargada. En un mundo sin efectivo conoceríamos de dónde viene el dinero, a dónde fluye y qué se consigue con su movimiento.

Los detractores de esta idea se ciñen a este punto para desarrollar su crítica. Ven la medida como un ataque a la privacidad de las personas. Ahora que recibimos emails o notificaciones en redes sociales en relación a nuestros gustos sin saber muy bien de dónde han sacado nuestros datos…¿qué no sucedería con los datos de todas nuestras compras personales? ¿Podría mantenerse la privacidad aunque se renunciase al anonimato? ¿Se generarían nuevos métodos de pago a la sombra para comprar, por ejemplo, productos que bordean la legalidad? La privacidad y la seguridad son los dos conceptos fundamentales que deberían privar por encima de todo. Xavier RauferChristophe Naudin, de la Unversité Phantheón-Assas de París, dudan incluso del hipotético efecto positivo sobre la reducción de la economía irregular y afirman que “los criminales, terroristas y dictadores usan, más que nadie, las tarjetas de crédito, de débito y las transacciones electrónicas”.

El puño del debate ya se marca sobre la mesa. Algunos países han tomado medidas que cercan el uso de dinero efectivo poniendo un límite. En Francia una compra en efectivo no puede superar los 3.500 euros, en España los 2.500 euros y en Italia los 1.000 euros.

Al mismo tiempo, el auge y exponencial crecimiento del comercio electrónico está provocando que el dinero cada día sea más digital que físico, como demuestra el desarrollo de nuevos medios de pago, algunos de lo que ya hemos hablado en la página, que también, con sus pros y sus contras están entusiasmando y preocupando (los ingredientes de la incertidumbre) a partes iguales . Ya sea a través del mercado (comercio electrónico) como el Estado (regulación) la tendencia empieza a dibujar una progresiva eliminación del dinero metálico.

Algunos países han ido un paso más allá. En Suecia cuatro de cada cinco compras se realizan de manera electrónica o a débito y cada persona realiza como promedio 260 transacciones por dicha vía al año. Los autobuses ya no aceptan dinero en efectivo y parece que los robos a instituciones financieras se han reducido drásticamente. No deja de ser un caso aislado (Suecia casi siempre lo es) y puede que no se pudiese exportar en las mismas condiciones. Hay que tener en cuenta ciertos puntos: los problemas de adaptación de la tercera edad, la incomodidad en el pago de pequeñas cantidades y la falta de métodos de pago fiables en la misma, la transferencia de dinero entre personas y, lo más importante, el escepticismo ante la protección de la privacidad que genera.

Personalmente, no soy un fiel creyente de la desaparición del dinero en efectivo, al menos a corto y medio plazo, como tampoco soy partidario de su drástica eliminación. Me parecería conveniente que existiese una combinación entre un límite de pago en efectivo (supongamos 1.000 euros) y la progresiva eliminación de billetes que difícilmente usamos en nuestras operaciones diarias (los de 500, 200 e incluso los de 100 euros). Al mismo tiempo los nuevos sistemas de pago deben seguir (y seguirán) en continua evolución centrándose en tres palabras clave: simplicidad, comodidad y seguridad. Porque el futuro está en los medios digitales, sí, pero el mercado está demasiado verde y las prisas nos pueden hacer caer en trampas que a la larga pillen los dedos de los usuarios.


Volver a la Portada de Logo Paperblog