El Oso de Plata al mejor director en Berlín 2012 por la estupenda Bárbara hizo de Christian Petzhold un tipo al que seguir la pista. Su narrativa buscaba (y necesitaba) la complicidad del espectador para construir poco a poco el cuándo y el dónde, y en cuanto al cómo utilizó el suspense como arma principal para desarrollar una historia de amor en los estertores de la Guerra Fría en la República Democrática Alemana. Su siguiente trabajo, Phoenix, pasó por la sección oficial de San Sebastián 2014 de manera tibia, fuera del palmarés pero con el premio FIPRESCI de la prensa. Mismos protagonistas, similar trama con inspiraciones hitchcockianas en torno a una superviviente del holocausto, pero menor fuste y brío que su predecesora.
En tránsito supone la culminación de su trilogía «Amor en tiempos de sistemas opresivos» completada con las dos obras antes nombradas. Cuenta la peripecia de un ciudadano alemán huido que durante la Segunda Guerra Mundial trata de abandonar Francia ante la inminente ocupación nazi. Consigue, accidentalmente, la documentación de un escritor fallecido al que iba a entregar unas cartas, toma su identidad, se hace con un relato que había dejado a medio acabar y parte hacia Marsella. Allí queda bloqueado y encuentra a una fascinante mujer que busca a su marido desaparecido.
Durante el primer tercio de metraje, desconcierto. Los diálogos nos sitúan en el país vecino en la década de los 40 pero la dirección artística nos descoloca por completo. La ambientación parece contemporánea de modo que los primeros veinte minutos los pasamos tratando de asegurarnos de que, pese a que las casas y las calles nos traigan hacía la época actual, el relato se ubica hace tres cuartos de siglo. Si la intención de Petzhold es asimilar lo acontecido con parte de sus compatriotas años atrás a la situación de indefensión de los refugiados sirios que han tenido que abandonar su país por culpa de la guerra, el tiro le sale por la culata. A pesar de sus loables intenciones lo que prevalece en el espectador, por encima de la denuncia en forma de metáfora, es la sensación de desorientación.
Tras sesenta minutos carentes de gancho alguno la aparición de Paula Beer como esa misteriosa mujer que atrae la atención del protagonista viene a concitar el interés de la audiencia. La actriz de Frantz introduce cierta complejidad argumental en forma de juego de muñecas rusas que coquetea con el metalenguaje que, en otras circunstancias, podría haber resultado estimulante. Pero la falta de carisma del intérprete principal y el sinsentido de todo lo que sucede, rayando en el absurdo de determinadas situaciones, acaban por desesperar a este espectador que encuentra eminentemente confusa esa forma de narrar.
Lo mejor, el tema de Talking Heads que cierra la cinta. Compendio del devenir tanto de este largometraje como de la saga de la que forma parte. Un conjunto fílmico que, pese a su esperanzador comienzo, ha ido decreciendo paulatinamente en atractivo y poder de sugerencia. Su título habla por sí solo: Road to nowhere.
Copyright del artículo © Manu Zapata Flamarique. Reservados todos los derechos.
Copyright imágenes © Schramm Film, Neon Productions, Arte France Cinéma. Cortesía de Golem Distribución. Reservados todos los derechos.
En tránsito
Dirección: Christian Petzhold
Guion: Christian Petzhold, basado en la novela Transito de Anna Seghers
Intérpretes: Franz Rogowski, Paula Beer, Rodehard Giese
Música: Stefan Will
Fotografía: Hans Fromm
Duración: 101 min.
Alemania, Francia, 2018
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