La siguiente revolución científica tiene que venir por dejar de utilizar tecnologías. El tipo de la foto no llevaba teléfono y llegó andado hasta La Costa de La Muerte, hace veinte años.
La ciencia del espíritu no se guarda en máquinas programables, aunque sean de propósito universal; da igual, del tipo que sean, con cristales de un tipo o de otro. Ni se protege utilizando tecnologías, por muy avanzadas que parezcan pero basadas en objetos materiales. Yo comencé estudiando electrónica con válvulas de germanio y silicio, es más de lo mismo lo que tenemos hoy día.
Este es un Camino que se recorre de modo individual, cada palo aguanta su vela, cada uno llega hasta donde alcanza, y el resultado es: ¡individual! Lo encantador es la compañía que te encuentras cada día.
En este mundo nuestro la tecnología suprema es el ser humano, con todos sus achaques y desmanes; nada, invento alguno: como los teléfonos, la puede superar. Son prácticamente innecesarios, una adicción más, como la televisión.
Feliz Camino, luciérnagas del Señor.
Daniel Paniagua Díez