José Andrés Dulce
Como luego sucederá con Stiller y Garbo,
el nombre del director danés Peter Urban Gad aparece indefectiblemente ligado
al de su musa, la gran actriz Asta Nielsen, que sería su esposa entre 1912 y
1918 y con la que rodó una treintena de películas que contribuyeron a la
leyenda cinematográfica de la llamada “Duse del Norte”. La primera de ellas
marca el debut de Gad como director en solitario: “Afgrunden” ("El abismo", 1910), una producción de la
compañía independiente Kosmorama, que, al igual que otras por entonces, intentaba
hacerle sombra a la todopoderosa Nordisk dirigida desde 1906 por Ole Olsen.
El cine danés anterior a la Primera Guerra
Mundial está trufado de asuntos sensacionales, desde cacerías de leones hasta
trata de blancas. “Afgrunden” no es
una excepción. En apenas 37 minutos, Gad cuenta la desdichada historia de Magda
Vang, una joven que, harta de su monótona vida, sucumbe a los encantos de un
cowboy de feria, recorriendo un “camino de perdición” que le llevará a la
prostitución y el asesinato.
El retrato que Gad y Nielsen hacen del
personaje presenta algunas particularidades: Magda es descrita como una mujer
independiente (el plano de apertura la expone en el centro de la vida urbana), que vive de su
trabajo (da clases de música) y a la que no se conoce familia (sus movimientos
en el tranvía están encaminados a iniciar una relación de pareja, propiciada
mediante estrategias que indican no sólo una sexualidad libre - los seguidores
de Noël Burch hacen mucho hincapié en ello -, sino el deseo de decidir el propio
destino).
Pero los márgenes sociales devienen estrechos para la
mujer, que pasa de una rutina a otra. Una vez conquista al varón (Knud Svane:
Robert Dinesen), éste la conduce hasta los dominios familiares, una vicaría
donde la pareja pasa sus vacaciones entre gestos obsequiosos, formalidades y
paseos campestres junto al padre de Knud, párroco de Djertev. A fin de no
justificar la conducta posterior de Magda, Gad renuncia a describir el hogar de
los Svane con tonos oscuros y a Knud como un hombre represor, más bien al
contrario, la luz y la amabilidad presiden el nuevo entorno. Es la llegada del
circo ambulante la que desata las fantasías reprimidas de la joven, seducida
por el “gran macho” Rudolf Stern (Poul Reumert), investido de todos los atributos
dominadores: botas de cuero, sombrero, fusta. Todo cuanto sucede a partir de
ese momento obedece a las leyes del instinto sexual: Magda es raptada por Mr.
Rudolf con su consentimiento y se une a la troupe circense.
Pudiera parecer que la degradación del personaje y su
desdichado fin son la consecuencia natural de un planteamiento moralista (“La
mujer siempre paga” fue uno de los títulos alternativos de la obra); sin
embargo, una visión atenta del filme revela que el propósito de Gad es otro.
Mediante la caída en desgracia de la mujer, el director expresa el conflicto
entre la convención social y el deseo individual, entre los confortables
límites asignados al sujeto y el erotismo que éste adopta inconscientemente
como vehículo transgresor. Yendo aún más lejos, el cineasta y su actriz
presentan a Magda como víctima y verdugo de una pasión turbulenta revestida de
rasgos sadomasoquistas: La famosa escena del baile equilibra de algún modo el
ciclo de humillaciones femeninas con una fantasía de posesión del macho, ceñido
tanto por las cuerdas que lo atan como por los movimientos escénicos de su “partenaire”,
que acaba derribando al vaquero y mordiendo su cuello.
Por supuesto que “Afgrunden” es una película atrevida. Pero su osadía se reparte por igual entre
la peripecia de Magda y la puesta en escena de Gad, quien permite que el
camarero proxeneta se dirija a la cámara con modos propios del burlesque tras
llevar a Magda a la habitación donde habrá de reencontrarse con un cliente que
no es otro que su antiguo prometido, obstinado en la salvación de su amada. Si
el paso de Magda por el circo está descrito con pocas y certeras pinceladas, un
plano magníficamente compuesto basta para mostrar la integración final de los
amantes en la bohemia de Copenhague, mezcla de lumpen urbano y la canalla
pequeñoburguesa representada por el camarero. Puede que el naturalismo
brandesiano y el teatro escandinavo de ideas ejercieran una influencia decisiva
en Gad, pero “Afgrunden” demuestra
que el director ya pensaba desde el primer momento - y de forma nada primitiva -
en términos de cine.