Seguir cumpliendo etapas en el Camino de Santiago francés día a día sin desfallecer. Dejar a un lado esas percepciones sensoriales envueltas con el polvo del sendero para recorrer caminos con gran tradición jacobea y muros con una belleza mística y eterna.
Dejar atrás aquellos parajes que olían a romero y a tierra mojada. Abandonar a unos compañeros que habían sido fieles durante todo el camino: bosques, ríos, campos y puentes.Sí, esos peregrinos que llegaron a ser unas figuras tan importantes durante la Edad Media como fueron los comerciantes, artesanos, caballeros o constructores. Aquellas personas eran diferentes. Andaban hacia un destino para orar en la tumba de un santo o de un mártir. Eran cristianos y decidían realizar una penitencia en su vida. Era la decisión de emprender un gran viaje. Porque tanto los peregrinos de aquella época al igual que los actuales eran grandes viajeros en busca de un conocimiento y experiencia. La sufrían, disfrutaban y la recordaban durante el resto de sus días.Aunque también existían otro tipo de peregrinos durante la Edad Media: aquellos que hacían el camino obligados, bien por una promesa realizada durante un momento de peligro; por una orden de la Iglesia o aquellos que hacían la ruta jacobea para suplicar por el alma de un difunto a cambio de unas monedas.Peregrinos viajeros, ávidos por conocer pueblos, ciudades, monumentos, historia, tradiciones y leyendas.La peregrinación fue un fenómeno social durante la Edad Media muy difícil de controlar. Se crearon tres rutas cristianas: los Santos Lugares, Roma y Santiago de Compostela. A los peregrinos que elegían Jerusalén se les llamaba palmeros; a los que iban hacia Roma, romeros y a los que optaban por Santiago de Compostela, peregrinos. Durante la Edad Media, realizar el Camino de Santiago supuso todo un reto para la vida del propio peregrino. Los caminos estaban llenos de ladrones esperando a sus víctimas. Tanto eran los peligros que en el siglo XII surgió el Códice Calixtino, una especie de legislación civil donde se establecían los derechos y deberes para aquellos que participaban en la ruta jacobea.
Saint Jean Pied de Port, Francia
La entrada del Camino Francés a la Península se realizaba por Saint Jean Pied de Port. Un pueblo que aún rezuma ambiente medieval por todos sus rincones, por sus calles y sus puentes. Toma respiro cuando subas por sus escalones hacia la ciudadela.
Saint Jean Pied de Port, Francia
Desde aquí, el peregrino, ávido de emociones fuertes, iniciaba el ascenso hacia el alto de Ibañeta donde, decían, se podía casi tocar el cielo con las manos. Y allí, en la llamada Cruz de Carlos, colocaban sus cruces de madera.Desde comienzos del siglo XI se alzó en este lugar el monasterio de San Salvador de Ibañeta aquel que los peregrinos llamaron la capilla de Roldán por creer que estaba edificado sobre la tumba del héroe. Muchos contaron a lo largo del camino que hubo un monje que, preocupado por los peregrinos, cuando existía una densa niebla o se hacía de noche, no dejaba de tocar la campana para guiarles hasta su morada.
Real Colegiata de Nuestra Señora de Roncesvalles, Navarra
Y descendiendo de este puerto se llegaba a Roncesvalles, lugar de evocación carolingia donde cuentan que perecieron Roldán y Oliveros con otro cuarenta mil cristianos y sarracenos. La roca donde había intentado destrozar su espada, el recuerdo de Carlomagno… hacía de Roncesvalles un rincón repleto de leyendas que los peregrinos querían sentir en primera persona. Y fue a finales del siglo XII cuando se fundó a pie de Ibañeta, la Real Colegiata de Nuestra Señora de Roncesvalles y el hospital que asistiría al peregrino después de la penosa jornada que le había tocado sufrir. Este lugar fue también muy transitado debido a la Canción de Rolando y la leyenda de Carlomagno y su sobrino Roldán.
Vidriera conmemorando la batalla de Roncesvalles, Navarra
Recuerdo algo sobrecogedor de la Colegiata: el canto de los monjes en esa pequeña caja de resonancia cerrada que solo dejaba que mirara por una pequeña ventana…Y cruzando hayedos se llega hasta la ciudad de Pamplona donde ya ha cambiado el paisaje. La primera ciudad que atraviesa el Camino de Santiago…¿A dónde se dirigirán los peregrinos solitarios? ¿Dónde pedirán cobijo y descanso? Incluso el propio Dante llego a escribir: “Solo es peregrino el que camina hacia la tumba de Santiago pasando por Burgos”.
Catedral de Burgos
Una parada esencial para el peregrino era la catedral de Burgos. Debido a que llegó a tener hasta 35 hospitales se convirtió en etapa vital del Camino de Santiago desde el siglo XI. Además, a la villa burgalesa también llegaba la variante del camino que venía de Vitoria. Y el alma compostelana de esta ciudad se hallaba en su bellísima catedral.¿Qué sentía un peregrino cuando llegaba a la plaza de Santa María y veía esta imponente belleza pétrea? Si tuviéramos la oportunidad de observarla desde el cielo podríamos imaginarnos la silueta de un barco donde la popa son las dos torres y el cimborrio la zona de mando.
Catedral de Burgos
Como era común en aquella época la Catedral de Burgos fue edificada sobre una iglesia románica. A principios del siglo XIII este templo comenzó a quedarse pequeño por el volumen de peregrinos que recibía la ciudad y decidieron levantar la catedral. La fachada de Santa María es una de las bellezas góticas más hermosas de Europa. Tiene 84 metros de altura más los 79 metros de sus agujas. Incluso si la contemplas con detenimiento podrás encontrar muchísima semejanza con la catedral de Reims o de Notre-Dame. La Catedral de Burgos también tiene sus leyendas. Algunos de sus rincones te van a hablar de ellas. Nada más entrar hay una figura muy grotesca y articulada que está en la nave central. Un muñeco que daba las horas abriendo su boca y emitiendo unos chillidos horribles. Es el llamado Papamoscas, un muñeco grotesco que contrasta con la elegancia de la catedral. Existe una triste leyenda que cuenta el origen del Papamoscas. En la parte opuesta verás la Capilla del Santísimo Cristo. Esta figura se elaboró con madera y se recubrió con piel de becerro. Por cierto, también existe una curiosa leyenda sobre esta imagen:Cuenta la leyenda que en Burgos vivía un comerciante muy rico que se dedicaba a viajar continuamente a Flandes. Una de las veces, antes de partir, tuvo un mal presentimiento. Estaba convencido que los negocios no le iban a ir bien e iba a regresar a España peor de cómo se marchaba.Por eso suplicó a los monjes que rezaran por él y sus negocios para que todo le saliera bien. A cambio les prometió un valioso objeto para el monasterio.Viajó a Flandes y su proyecto salió como había planificado. Pero tan contento estaba de su éxito que no recordó su promesa.Cuando regresaba en el barco y cerca de la costa española, de pronto se acordó que no había comprado nada para regalárselo a los monjes. Se comenzó a sentir muy culpable por su olvido…Una de las noches en las que alumbraba la luna llena alguien vio en el mar la silueta de un objeto muy grande que flotaba a la deriva. Lo recogieron.Era un arca de madera. Cuando lo abrieron pudieron ver la figura de un Cristo de cuerpo entero y tamaño natural. De pronto se dio cuenta que esta figura iba a ser el obsequio que iba a ofrecer a los monjes. Cuentan que, cuando el mercader entraba en la ciudad de Burgos, de pronto comenzaron a sonar solas todas las campanas de la ciudad…A este Cristo se le atribuyeron varios milagros. El más representativo fue el que pudo vivir la reina Isabel la Católica cuando quiso llevarse uno de los clavos de la imagen.Pero cuando lo desenclavaron, el brazo del Cristo cayó hacia el cuerpo con un movimiento natural como si de un humano se tratara…Isabel la Católica no quiso el clavo y pidió que lo volvieran a colocar en su sitio.Bajo del cimborrio se encuentran las tumbas del Cid y de doña Jimena. Un lugar para contemplar y recrearse con la intensa vida que tuvo este caballero burgalés y las numerosas leyendas que siguen contándose en torno a sus batallas. En la capilla del Corpus Christi existe otro objeto muy valioso para la catedral y los seguidores del Cid: el cofre. Esta arca tiene una preciosa leyenda en el Cantar del Mío Cid.Descansa, respira, contempla e imagina. Recréate en todos los detalles, sus juegos de luces y sus figuras porque León es otra de las paradas esenciales del Camino de Santiago. Un rincón para recrearse y descansar. Divina arquitectura que ilumina a todo aquel que fija su mirada en esas mágicas vidrieras.
Catedral de León
La catedral de Léon no es un rincón para hablar de él sino para experimentarlo. Una forma sobrenatural de unos pasos acompañados de luces filtradas a través de sus muros livianos. Y dentro sientes esa sensación tan extraña…como si flotaras, o como si los haces de colores filtrados te fueran elevando o te empujaran suavemente hacia otro estado de encandilamiento. Una arquitectura que llega a enamorar y que, antes de llegar a ella, ya la vas buscando por todos los rincones de la ciudad. Y siendo tan perfecta, no se la recuerda en ausencia más que con sentimiento. Una parada necesaria aunque no se tenga devoción.
Vidrieras de la catedral de León
Otro de los lugares muy importantes del Camino de Santiago fue Astorga, la ciudad del chocolate y los mantecados. Un lugar donde se cruzaban la ruta jacobea y la Vía de la Plata. Astorga también fue un enclave vital en el Camino francés ya que llegó a tener hasta veinte hospitales para atender a los peregrinos.
Catedral de Astorga, León
A unos cinco kilómetros de Astorga se encuentra otra de las paradas, Castrillo de los Polvazares. Aquí muchos peregrinos se permiten el lujo de comer el famoso cocido maragato, ese que se come al revés: primero la carne, luego las verduras y por último, la sopa. Un recorrido tranquilo por este pequeño pueblo incita al descanso mental.
Castrillo de los Polvazares, León
Existe una leyenda del Camino de Santiago entre León y Astorga perteneciente a Puente Órbigo.Cuentan que hubo un caballero que pidió permiso al rey Juan II para que, durante 30 días, le dejara defender el Paso Honroso: un puente que separaba una y otra orilla del río Órbigo. El caballero en cuestión pretendía retar a todo aquel que quisiera atravesarlo si no reconocía la superioridad de su dama. El desafío acabó cuando venció a trescientos caballeros que acudieron movidos por la curiosidad.Desde Astorga hasta El Bierzo el camino discurría por los montes de Léon. En su cumbre, y que coincidía con el punto más alto del Camino de Santiago francés (1504 metros) existía una cruz de hierro donde los peregrinos depositaban una piedra, en ocasiones escrita con renuncias, deseos o promesas y que habían cogido en su punto de inicio. Otro de los lugares importantes en el Camino Francés fue Ponferrada. Una villa que surgió por la necesidad de construir un puente de hierro para ayudar a los peregrinos a cruzar el río Sil. Su castillo fortaleza propiedad de la Orden del Temple llegó a ser uno de los más importantes del norte español. Una fortaleza llena de historia y leyendas…
Castillo de Ponferrada, León
Entre huertas, prados y bosques llegaban a Villafranca del Bierzo. Una villa esencial como lugar de descanso y recuperación del peregrino donde se construyeron dos hospitales. A la entrada, la iglesia de Santiago y su puerta del Perdón ofrecía la misma gracia a aquel que había llegado hasta ella pero que por enfermedad o lesión ya no podía continuar hacia el sepulcro del Apóstol.
Puerta del Perdón. Villafranca del Bierzo, León
Desde aquí, se iniciaba el duro ascenso hacia O Cebreiro, ya en tierras gallegas. Y después de cruzar extensiones de eucaliptos y pinos, el Camino de Santiago se aproximaba a su final.Santiago de Compostela con su casco antiguo de callejones medievales rebosa, sin embargo, cultura y dinamismo. Declarada Patrimonio de la Humanidad en 1985, en Santiago se reúnen los peregrinos en la plaza del Obradoiro que hace alusión al taller de canteros que trabajaban mientras se iba construyendo la catedral. Un templo de estilo románico que fue levantado en el lugar donde se construyeron primitivas iglesias al descubrirse las cenizas del Apóstol Santiago. Una catedral que fue iniciada en el siglo XI y que en los siglos sucesivos experimentó diversas remodelaciones hasta culminar su fachada barroca del siglo XVIII.
Catedral de Santiago de Compostela, Galicia