Seguimos de viaje por el Este de CANADA. Después de dejar Ottawa, y de camino a Quebec, decidimos acercarnos a uno de los sitios que más me gustaron de todo el viaje.
Se llama Mont Tremblant y es un pequeño pueblo de los Montes Laurentinos, donde se encuentran casi todas las pistas de esquí de la zona este de Canadá. Pero no es el típico pueblo de montaña, porque además, está al borde de un enorme lago, donde en verano hace calorcito, y te puedes bañar, así como practicar deportes naúticos.Todas las casas son de colorines, las calles están súper animadas, con conciertos al aire libre, atracciones...
El hotelito donde nos quedamos, era una pasada, la habitación doble era ¡¡más grande que mi casa!!, con su saloncito, su mini cocina, pero todo como muy bonito. Era el Hotel Homewood Suites by Hilton, y es otro de esos lugares en los que te quedarías una temporada. El personal súper agradable, una piscina con unas vistas preciosas, y el desayuno excelente.
Lo mejor, coger el teléferico para contemplar las vistas desde arriba, bajar andando por los senderos, dar un paseo por el pueblo y sentarse a picar algo y ver algún concierto tomando una cerveza, y por supuesto bajar dando un paseo hasta el lago, y si os atrevéis, daros un baño.
No sé, son pueblos y ciudades tan preciosos, limpios, cuidados hasta el más mínimo detalle. Es una gozada.
QUEBECQuebec es una ciudad bellísima, se parece mucho, mucho a un pueblo francés. Esto es porque fue descubierta al igual que Montreal por Jacques Cartier, y aunque pasó a ser colonia inglesa más tarde, como el resto del país, la mayoría de la población sigue siendo francófona.Es una ciudad amurallada, y por supuesto rodeada de agua.Es Patrimonio de la Humanidad, tiene muchos monumentos y atracciones turísticas, y al ser en gran parte peatonal, os recomiendo recorrerla a pie.
Qué ver y hacer en Quebec La ciudad se divide en dos partes, Haute Ville y Basse Ville, que se unen por un funicular, aunque por supuesto, también hay unas escaleras para subir y bajar a tu aire.
Haute Ville, o parte alta: Esta zona es el corazón de la ciudad, con muchas calles peatonales, zona comercial, muchas de los monumentos más emblemáticos. Por ejemplo, la Catedral de Notre Dame, una de las más antiguas de norteamérica, y la Plaza de Armas, con sus carruajes de caballos y sus jardines, un sitio perfecto para un buen paseo, o para un descanso después de comer.
Y por supuesto, el imponente Chateau Frontenac, que se encuentra dentro de la zona medieval, y es un hotel de lujo. No nos alojamos allí, pero si dimos una vueltecita para cotillear, y para observar la estructura, que es magnífica.
Basse Ville o parte baja: rodea la zona del Puerto Viejo, (Port Vieux), que es una zona de espacios abiertos, jardines, barquitos...
En la Basse Ville está el Quartier du Petit Champlain. Es una zona preciosa, con montones de callejuelas adoquinadas, coloridas, angostas y llenas de encanto, con enormes murales pintados en algunas fachadas. Es perfecta para perderse, entrar en sus pequeñas y pintorescas tiendas, y descubrir tesoros. Hay galerías de arte súper chulas, y también pequeñas cafeterías para sentarte a tomar un chocolate.
En este barrio se encuentra también:La Place Royale, uno de los sitios que más me gustó. Es una plaza con mucha historia, y se consideraba el centro de reunión de los habitantes de la ciudad. Cuando estuve yo, estaban representando varias escenas de la conquista de la ciudad, del ejército inglés y francés, muy divertido.El Museo de la Civilización, de historia y cultura, con una especie de jardín en el techo del edificio, muy agradable.Y ya si os queda tiempo, os podéis pasar por La ciudadela, el National Battlefields Park o La Asamblea Nacional.
Estando en Quebec, decidimos salir hacia la región de Charlevois, a la ciudad de Taudoussac, y coger un barco para el avistamiento de ballenas. Os dejo el nombre de una de las compañías, Croisières AML. A mí me gusto mucho y el momento en el que esos enormes mamíferos hacen su aparición es increíble. Ahora bien, informaros en la web del precio, los horarios y si es la época correcta para el avistamiento.
MONTREALFinalmente llegamos a la última parada del viaje, a Montreal. Es una ciudad bastante grande y al igual que pasa con Quebec, sigue teniendo muchísima influencia francesa en todas sus costumbres.Está en una isla, con 50km de largo, y rodeada por dos ríos, el Ottawa y el St. Lawrence.Es la segunda ciudad más grande del país, después de Toronto, y en mi opinión, tiene mucho menos encanto que Ottawa o Quebec. Aún así, me pareció que tenía zonas muy interesantes.Lo que más me llamó la atención, sin duda, es que, debido a las tremendas temperaturas que sufren en invierno, tienen toda una ciudad subterránea. Sí, sí, como os lo cuento, todo un entramado de calles, centros comerciales, con accesos desde las oficinas, las casas y el metro, para no tener que pisar la calle los días más fríos. Impresionante. Si podéis conseguir un buen guía para que os lo explique, y os lleve por ella, os lo recomiendo.
Más cosas para ver: el Barrio francés, en especial la Rue Saint Paul, que parece sacada de París, buen sitio para comprar arte, láminas preciosas y originales; la Basílica de Notre Dame, (parece que ponían los mismos nombres a todas las catedrales del país); la Plaza de las Artes, con mucha vida cultural y actuaciones de la Ópera, o la Orquesta sinfónica; el Parque Mont Royal, con unas vistas impresionantes del skyline, tanto de día como de noche...
Los fans de la formula 1, tienen una visita obligada al Circuito Gilles Villeneuve.
Y las fans de las compras, pues aquí tienen un filón, porque es la capital canadiense de la moda. Obviamente no es París, ni Nueva York, pero tiene tiendas muy interesantes, y como el precio al cambio está muy bien, yo sí aproveché para hacer algunas compritas. Además de las típicas marcas de lujo, intentad entrar en alguna marca que no haya aquí, así seguro que además de buen precio, conseguís algo único.
CONCLUSIÓNCanadá es un país precioso, con gente amable, educada y encantadora. Un país muy fácil para recorrer a tu aire, tanto en coche como en transporte público, muy civilizado, limpio, y en general más barato que España, aunque los vuelos hasta allí son bastante caros.Se come bien, y hay comida de todo tipo. Si sois golosas, os vais a poner finas a dulce de arce...Muy, muy recomendable, tanto para descansar y disfrutar de sus paisajes, de sus ríos, lagos, montañas y bosques, como de sus ciudades. Me encantó, y espero volver pronto.
LOOKSSeguimos con ropa cómoda y fresquita, pero estilosa, porque no vamos a subir al monte ni correr la maratón. Os propongo estos looks de Vila y Pepa Loves, para Buylevard
Looks de la marca Vila
De la marca Pepa Loves
Fundamental llevar algo de abrigo para el avistamiento de ballenas. Mar adentro hace mucho frío, así que añadid a la maleta un jersey gordito, chaqueta o parka, un pantalón largo y zapato cerrado. Yo no lo llevé, así que me puse un montón de capas cual cebolla, y además de pasar frío, estuve bastante incómoda...
Estas parkas y ponchos aztecas que tanto se llevan son de Uve para Buylevard
Espero que os haya gustado el fin de viaje.Un besito y ¡¡Hasta pronto!!