de un bosque que conozco nos entramos,
en una sombra oscura
desnudos nos echamos
muy lejos de la vista nos amamos.
Allí tú me dijiste
palabras que yo nunca antes oiría
y luego ya me diste
aquello, vida mía
de lo que nadie más disfrutaría.
El ruiseñor cantaba
la tarde de la noche se vestía
la luna ya anunciaba
nocturna melodía
serena como la promesa mía.
Muy lejos de la gente
al valle nos volvimos de la mano,
unidos de repente
en cálido verano
debajo de la flor del avellano.